jueves, 9 de febrero de 2017

ESTAMPAS DE PATRAIX - II

Plaza de Patraix en 1935. Tintas sobre papel Fabriano. 29x20 cm. Dibujo de la serie "Patraix antiguo" para Paqui López de Foro Inmobiliario.
https://www.facebook.com/santiagolopezmanteca/

Plaza de Patraix

 Es un día soleado. El reloj marca las diez y media de la mañana y en la plaza se puede observar la actividad cotidiana. Una niña con su falda cortita nos da a entender que es un día primaveral o veraniego. Se dirige al centro de la plaza donde junto a la fuente hay otro niño que parece beber o invitarle al juego. Al fondo la iglesia con su flamante torre junto a una casa señorial, que tuvo tiempos mejores. Las mujeres en los balcones airean las ropas de cama, mientras una de ellas observa curiosa cómo el fotógrafo toma la instantánea.

Una de las imágenes más adorables de Patraix es esta imagen de la plaza en 1935. En ella se puede ver la pequeña iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, cuya torre campanario fue remodelada en 1916 por el ilustre arquitecto valenciano Francisco Javier Goerlich Lleó, al cual debemos gran parte del trazado urbanístico de la Valencia moderna.

La iglesia es pequeña y estrecha y no dispone de naves laterales, ya que fue construida en las caballerizas de la casa señorial contigua y data del siglo XVI.

Su advocación inicial era para San Nicolau de Bari y lo fue hasta 1942, año en que se restauró la iglesia y coronó la torre con una bella espadaña. En la puerta lateral, y que fue principal, se puede ver la imagen del antiguo patrón.

Las manzanas de casas de dos plantas forman un triángulo isósceles y en la actualidad, de las que aparecen en la foto, solo se conserva una de las casas del lado sur, que es el más antiguo de la plaza. Milagrosamente, esa parte de la plaza ha sobrevivido al paso inexorable del tiempo y el urbanismo.

Uno de los encantos de Patraix está en esta plaza que tiene la esencia de un pueblo pequeño y nos evoca tiempos pasados en los que Valencia era la ciudad rodeada de murallas y a la que se llegaba con las frutas y hortalizas cosechadas en los campos regados por la Favara. Los mismos campos que, dicen, inspiraron a Vicente Blasco Ibáñez en su novela “La Barraca”.


Texto y dibujo. Santiago López Manteca

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