En noviembre de 1928 el alcalde Marques de Sotelo se había
ido a Madrid con una Letra de Cambio en su cartera de viaje para el Banco de Crédito Local por un importe
de 270.000 pts. correspondientes al anticipo de un millón para el pago de las expropiaciones
en la Bajada de San Francisco. El proyecto de transformación y ampliación de la
plaza Emilio Castelar se ponía en marcha. Y la muy popular y comercial calle, también denominada "Devallada de San Francesc", tenía firmada su "acta de defunción".
Fue así como el 20 de diciembre de aquel año, a las once de
la mañana, tal y como vemos en la foto, se iniciaron las obras, siendo elegida la casa número 14 de la plaza
Castelar, esquina a la calle la Sangre, como la primera “víctima” donde actuó
la recurrida en estos casos “piqueta demoledora”, en un edificio que ya era
propiedad municipal.
Aquel comienzo tuvo la presencia del Alcalde quien anunció para su derribo la rápida
continuación en la misma acera hasta la plaza Cajeros, cuyas expropiaciones ya
estaban acordadas, teniendo previsto firmar las escrituras antes de finalizar
el año. Tramo, de los números pares, en el que se iban a completar los derribos hacia el mes de octubre de 1929.
Desaparecerían así en esa acera entre los más importantes establecimientos: la Sombrería Savall, junto a la que hacía competencia la de Farinós, el Bar Torino, Calzados la Montañesa, Fotografía Casa Cuesta, el callista Bamdemberg, Ferretería Pastor, Peluquería Sales, Relojería Giménez, Oro Pellicer, Postre Martí, Farmacia Besalduch, La Esmeralda y Restaurant San Francisco, mientras que en la acera de enfrente, esperaban el mismo "trayecto".
Pepe Morata, maestro de obras, muy popular en la ciudad, fue el encargado de llevar a cabo aquel inicio, quien un mes después, en enero, y cuando aún no había terminada su cometido, hizo lo mismo con el próximo de Casa Barrachina, dejando el primer claro en la zona.
En el Ayuntamiento y para conocimiento del público, se mostró la futura perspectiva de la plaza una vez derribada la Bajada de San Francisco.
Desaparecerían así en esa acera entre los más importantes establecimientos: la Sombrería Savall, junto a la que hacía competencia la de Farinós, el Bar Torino, Calzados la Montañesa, Fotografía Casa Cuesta, el callista Bamdemberg, Ferretería Pastor, Peluquería Sales, Relojería Giménez, Oro Pellicer, Postre Martí, Farmacia Besalduch, La Esmeralda y Restaurant San Francisco, mientras que en la acera de enfrente, esperaban el mismo "trayecto".
Pepe Morata, maestro de obras, muy popular en la ciudad, fue el encargado de llevar a cabo aquel inicio, quien un mes después, en enero, y cuando aún no había terminada su cometido, hizo lo mismo con el próximo de Casa Barrachina, dejando el primer claro en la zona.
En el Ayuntamiento y para conocimiento del público, se mostró la futura perspectiva de la plaza una vez derribada la Bajada de San Francisco.
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