Foto de Barberá Masip
Tras su frustrada campaña en Corrientes, Argentina, Vicente
Blasco Ibáñez se afincó en París donde la guerra europea instalada en la
noticia iba a convertirse en el más eficaz medio para sanear su maltrecha
economía, gracias a sus crónicas que iban a ser muy requeridas por la prensa americana.
Blasco Ibáñez tenía deseos de volver a su tierra, a
Valencia, y en especial por ver a sus hijos.
Un 13 de junio de 1915, domingo, llegó a la estación del Norte situada entonces en la plaza Castelar,
cuya puerta principal daba al amplio solar donde se iba a construir el Palacio
de Correos y Telecomunicaciones de Valencia
Pese a que sus
seguidores estaban encantados con su llegada, el Diario de Valencia dirigido por el periodista Martín Mengod habia iniciado una fuerte campaña contra su persona. La crítica estaba fundamentada con el bulo sobre Blasco Ibáñez a quien se le acusaba de pronunciarse en contra de la neutralidad del gobierno
español ante la guerra, lo que obligó al desmentido por el propio
Blasco por esta falsa acusación, quien mantenía la no intervención por los beneficios que reportaba a los intereses nacionales.
A su llegada y por orden del gobernador civil Sr. Tejón, empeñado en mantener
el orden en la ciudad, se dispuso de grandes
medidas de seguridad con la presencia de retenes en diferentes puntos de la
ciudad: calles de Lauria, Ribera, Sagasta, Pascual y Genís, Barcas frente a "la Morera" y el Royalty, solar de Correos y la misma Estación, que fue tomada militarmente.
La estancia de Blasco fue de apenas una semana, y el sábado
19 a bordo del buque Villarreal, ofrecido por J. J. Domine, embarcó hacia
Barcelona no sin antes, otra vez, las fuerzas de la Benemérita hicieron acto de
presencia, tanto en la ciudad como en las inmediaciones del puerto.
Una cena en su homenaje en el Jai-Alai, amenizada por la Banda Municipal, anunciada para la víspera del final de su corta estancia, fue prohibida por la autoridad, al igual que un mitin a celebrar el día 20, el inmediato a su marcha, como protesta por el trato que había recibido el novelista en aquellos días de estancia.
Aquellos días de Blasco Ibáñez en su ciudad significaron los de una calurosa acogida, pese a la campaña en su contra, con gran número de agasajos, sin que hubiera ocasión a perturbaciones del orden público.
Una cena en su homenaje en el Jai-Alai, amenizada por la Banda Municipal, anunciada para la víspera del final de su corta estancia, fue prohibida por la autoridad, al igual que un mitin a celebrar el día 20, el inmediato a su marcha, como protesta por el trato que había recibido el novelista en aquellos días de estancia.
Aquellos días de Blasco Ibáñez en su ciudad significaron los de una calurosa acogida, pese a la campaña en su contra, con gran número de agasajos, sin que hubiera ocasión a perturbaciones del orden público.
En la foto de Barberá Masip, vemos el recibimiento de sus seguidores ante la puerta de la Estación del Norte, donde, por cierto, se había prohibido la concentración de personas.
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