Farmacia medieval
1441 - El siglo XV lo fue de esplendor para la la ciudad de
Valencia. Se manifestó con el nuevo campanario para la catedral, el Micalet,
alto y bello. La Casa de la Ciudad vio lucir un nuevo artesonado en su “sala
dourada”. El Palau de la Generalitat, al lado, iba adquiriendo suntuosidad. Su
industria textil era de las mejores de Europa, con sus diversos oficios entre
los que destacaban los carders, pilaters, peraires, teixidors, tintorers i flasaders, a los que se unían otros. En 1441 comenzaron las obras de las torres
de Quart.
La actividad en la ciudad era incesante. La propia de una urbe en
expansión que se hacía oír en el Mediterráneo.
Tal era su importancia, que no puede sorprendernos que el 20
de marzo de este año, Doña María de Aragón y Sicilia, esposa del Rey Alfonso el
Magnánimo, otorgara un privilegio a los boticarios valencianos para que
llevaran a cabo la puesta en marcha del primer Colegio de Boticarios del mundo,
con la responsabilidad de regular la profesión, autorizar nuevas farmacias, así
como el establecimiento de tribunales a su efecto, lo que en la práctica suponía erigirse en la primera facultad de farmacia en España para una profesión cada vez con
mayor número de adeptos, cuya labor era requerida por el Reino de Castilla,
dado el prestigio alcanzado.
Por la devoción que tenían los boticarios a Santa María Magdalena, el
privilegio de la Reina indicaba que la renovación de sus cargos, con carácter
anual, debía de llevarse a cabo el día de Santa Magdalena, debiendo figurar su
imagen en el sello oficial del Colegio. Para formalizar el refrendo, fue
necesaria una petición a la reina que iba firmada por el síndico Pérez Torres y
por Matías Masip y Joan Fuster.
Este año el Colegio de Farmacéuticos de Valencia cumple su 575 aniversario.
Enhorabuena.
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