Archivo de Rafael Solaz
La singularidad del Convento del Carmen estriba en que dentro de sus muros no sólo se contemplan los diferentes estilos arquitectónicos que han ido surgiendo desde su construcción, sino que también anida en su interior gran parte de la historia de la ciudad.
Situado en el barrio de los Roteros, extramuros de la
muralla árabe, en unos terrenos que eran propiedad de D. Íñigo Blasco, un
aragonés que había acompañado al Rey don Jaime en la Reconquista (por cuyo
favor y en correspondencia recibió del monarca casas y solares en la zona)
fueron cedidos a la Orden del Carmen, que bajo la dirección de Fray Arnaldo de
Bascher, funda el Monasterio de Nuestra Señora del Carmen en 1281, cuya
construcción se inició de inmediato. Su primer objetivo fue el del
Convento, culminado dos años más tarde.
En constante renovación desde su inicio hasta el siglo XX, su fabrica es una mezcla de estilos: gótico,
renacentista, barroco y neoclásico y a su vez con diferentes usos: conventual,
docente, museístico, correspondiendo en la actualidad su función
al servicio de exposiciones temporales, basada fundamentalmente en la difusión
de la cultura como sede del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana.
La anexa Iglesia del Carmen del siglo XVII, con su
campanario construido en 1741, que tras la desamortización de Mendizábal
continuó abierta al culto, fue designada como Parroquia de la Santa Cruz por derribo
de la titular muy cercana en 1842.
Tras sucesivas restauraciones impacta en el conjunto el halo religioso surgido por su origen conventual, manteniéndose en el tiempo con su histórico devenir: el académico con el eclesial.
La calle Museo, de él y en definitiva recibe el nombre.
El convento del Carmen es uno de los lugares a los que acudo con frecuencia. He vistos exposiciones magníficas en él y además el convento en si es una preciosidad.
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