Archivo Municipal
1932 - En el primer aniversario de la proclamación de la II
República el Ayuntamiento quiso rendir homenaje a Vicente Blasco mediante la
colocación de una lápida en la Avenida de su nombre. Y en justo desagravio fue
colocada la misma que había existido en la antigua plaza Cajeros, obra de
Vicente Benedito. El periódico Pueblo, como no podía ser de otra manera, dedicó
amplia información al acto, recordando el tiempo y maneras en que fue retirada
de su anterior ubicación una vez iniciado el mandato municipal de Luis Oliag (1924/1927), donde había figurado desde su instalación en mayo de 1921, año en el que la plaza Cajeros tomó el nombre del escritor valenciano, cuando hasta última hora estaba previsto que fuera la plaza de la Reina la indicada para el cambio de nombre.
El redactor de El Pueblo recordando el hecho, en su crónica
del día siguiente, no tenía pelos en su máquina de redacción para aseverar que
“de aquellos hombres de la dictadura que más odio mostraron a Blasco Ibáñez,
fueron el Alcalde Oliag, el arquitecto de los jesuitas Peris y el cebollero
Miralles, que quería, cuando era arrancada la lápida rotuladora, que el
sobrestante encargado de la operación dejase mal embragada la lápida para que
cayera contra el pavimento y quedase destruida”. También hacía mención a los
Sres. Vicente Maicas y el Marqués de Caro en su elogio, quienes se opusieron
ante lo que consideraban un agravio a Vicente Blasco Ibáñez, votando en contra
y presentando su dimisión como concejales.
Archivo Municipal
De esta guisa, la placa pasó al "Almacén de los Olvidados" hasta que con el cambio político de años después y con su necesaria modificación, ocupó nuevo emplazamiento en lugar muy cercano. Si antes daba nombre a una pequeña plaza, ahora lo haría a una amplia avenida.
El día elegido para el desagravio fue el 14 abril. Inmediata a la plaza Castelar, la avenida dedicada a D. Vicente presentaba un magnífico aspecto ante una multitud que se podía considerar en “muchos miles de personas”, según citaba El Pueblo.
El día elegido para el desagravio fue el 14 abril. Inmediata a la plaza Castelar, la avenida dedicada a D. Vicente presentaba un magnífico aspecto ante una multitud que se podía considerar en “muchos miles de personas”, según citaba El Pueblo.
Ante la tribuna, repleta de personalidades del mundo politico, social y cultural, se concentraron representaciones de todos
los casinos republicanos de Valencia, con sus banderas y estandartes que
superaron el centenar. Ante el entusiasmo de los asistentes se descubrió la
lápida a los acordes de la Banda Municipal con el Himno de Riego acompañado de
clarines y timbales. Vicente Alfaro, el Alcalde, entre vivas a Valencia, a
Blasco Ibáñez y a la República, pronunció un discurso que a petición del público
lo hizo en valenciano.
Una preciosa vuelta a nuestra historia.
ResponderEliminar