Archivo Rafael Solaz
1931 - Don Julio Balanzá, en este año, no pudo cumplir con el deseo de inaugurar su elegante Bar-Café justo cincuenta años después de un 2 de febrero de 1881, cuando su padre, Antonio Balanzá, había fundado la casa. Establecimiento que con el tiempo iba a adquirir tal fama, que su nombre conseguiría traspasar no solo el ámbito de la ciudad, sino el de la región valenciana. Y ello, pese al modesto recinto que ocupaba haciendo esquina con la calle Ribera.
Tuvieron que pasar casi dos meses y el 29 de marzo, Casa
Balanzá, ocupando el bajo de un nuevo edificio, abría su
local de diez puertas cuya curvatura completa un bello chaflán, dando vida y bullicio al comienzo de las calles
Ribera y Pi y Margall ante la plaza Castelar. Centro urbano que en aquel año estaba
consiguiendo su mayor superficie y a la vez esplendor, merced a su innovador diseño y bella urbanización a
base de nuevos edificios proyectados por los más prestigiosos arquitectos de la
ciudad.
Y si en su exterior lucía “su gallarda marquesina, la de
mayores proporciones que existen en Valencia” -manifestaba el cronista de Las Provincias- no le iba a la zaga su interior,
donde destacaban dos bellísimos retratos de doña Dolores Pascual y de don
Antonio Balanzá, como recuerdo a los fundadores. A su planta elíptica se adaptaba un céntrico mostrador dispuesto con una exuberante decoración, donde a base de
mármoles, de cristales de Venecia y con la exquisitez de sus dorados y mosaicos, el nuevo café iba a satisfacer
a su clientela con la misma profesionalidad que lo había hecho en un
pequeño recinto de la calle Pi y Margall durante sus dos años de parada, ahora
en un lujoso local pleno de luz solar y con lámparas de moderno diseño para las noches de glamour.
Como anécdota curiosa del nuevo establecimiento regido por Julio Balanzá junto a sus hermanos, destaca que mantuvo su carta de precios, excepto el del café, que “servido en las mesas costará diez céntimos más que hasta ahora”, con la novedad de ofrecer “la exquisita Leche Wissin, a 45 grados de densidad, única en España”, cuya elaboración a cargo de don Enrique Larruy “no reconoce rival”.
Como anécdota curiosa del nuevo establecimiento regido por Julio Balanzá junto a sus hermanos, destaca que mantuvo su carta de precios, excepto el del café, que “servido en las mesas costará diez céntimos más que hasta ahora”, con la novedad de ofrecer “la exquisita Leche Wissin, a 45 grados de densidad, única en España”, cuya elaboración a cargo de don Enrique Larruy “no reconoce rival”.
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