En 1954 se colocó la cruz sobre la nueva torre campanario de la Iglesia de San Roque cuya plaza ante su fachada principal servía como centro de la vida social y recreativa de la barriada, en especial con motivo de sus populares fiestas a las que asistían las familias, o en ocasión de algún acto dominical que aglutinaba al vecindario.
Con la lucidez del que sabe que las cosas y hechos que pasaron desaparecen con la memoria, cabe exponer aquello que fue y formó parte en las vidas de quienes con más de 60 años vivieron en este barrio.
Con la lucidez del que sabe que las cosas y hechos que pasaron desaparecen con la memoria, cabe exponer aquello que fue y formó parte en las vidas de quienes con más de 60 años vivieron en este barrio.
“Los oficios” estaban para cubrir las necesidades de una
sociedad fundamentalmente agrícola. Carros, animales, aperos, arreglos de
casas, necesidades de artículos de hierro… Un largo etc que el olvido ha
arrinconado en el baúl del tiempo. Adjunto recuerdos, más bien añoranzas, que servirán para contemplar cómo
fue nuestra vida en la niñez y adolescencia, la mayor de las veces ya tan
lejana de nuestra actual vida.
EL CADIRER I El GRANERER
Era gente que venía de fuera del barrio. Generalmente del
Horta Sur sobre todo de Torrent. Se les oía con fuerza vocear ¡El cadirer!...,
y volvían a repetir ¡El cadirer!… Traía en un gran fajo hojas de enea recogidas
y secas que servían para reparar asientos de las sillas de madera. Con un
cortador curvado, el remojo de las cintas y la habilidad del artesano, en poco
tiempo remataba el trabajo. Cuando se querían hacer los asientos de cordel, el
mismo cadirer comenzaba formando la base y creando diferentes dibujos que
completaba artísticamente.
Igualmente el "granerer" voceaba ofreciendo sustituir la palma
gastada por una nueva que en pocos minutos tendría disponible. Disponía la caña
para formar la escoba, repletaba la palma y con un cordel la circunvalaba.
Una escoba firme y consistente para usar por un buen tiempo, eficaz y muy
barata.
Los colchones en
aquel tiempo estaban rellenos de lana. A través del tiempo había que orearlos y
estirar sus mechones para que recobraran su textura. Era frecuente, sobre todo
en el verano, ver en la entrada de las plantas bajas al Sr. Paco que las
vareaba con un artilugio especial que en sus manos obraba maravillas. Después
volvía a meter la lana en la tela del colchón, cosía y ribeteaba, y según
cuentan y ya con el como nuevo “matalaf”, se dormía “de allí al cel”. Recuerdo
que con este trabajo complementaba al de bombero. Era frecuente que cuando el
turno lo permitía se hacía un segundo trabajo: el tan recurrido pluriempleo de
aquellos años.
EL PERSIANER
El taller estuvo en la calle Plátanos. Juán, el propietario,
había evolucionado de vender carbón y petróleo a confeccionar y arreglar
persianas. Era un punto de referencia de todo el barrio.
EL LLANTERNER
Regentada por los Hermanos Pastor además de atender la demanda
de fontanería, abastecía a los cazadores de cartuchos, perdigones y armas para
la caza.
EL BARQUILLER
Un oficio cuyos productos redondos en forma de tubo o de
plancha doble, abastecían las paraetas y se ofrecían en pequeñas cestas al
público en los cines. En el Boston y Rosaleda, el chico del bar pasaba en los momentos de
descanso de la película entre el público vendiendo barquillos, caramelos,
cervezas, Fanta naranja, Fanta limón… Se fabricaban en la Avenida de Burjasot,
al lado de la pellería de los Donderis.
En la foto de 1965 vemos con una vista tomada desde la antigua carretera de las "Barracas de Lluna" (actual calle Verbena) el paredón del huerto de "la Retora" (actual calle del Periodista Gil Sumbiela) con el fondo de la Iglesia de San Roque como recuerdo de una foto familiar.
Texto y foto de Eduardo Donderis Folgado
Carretera "Barracas de LLuna" - Foto de Eduardo Donderis
En la foto de 1965 vemos con una vista tomada desde la antigua carretera de las "Barracas de Lluna" (actual calle Verbena) el paredón del huerto de "la Retora" (actual calle del Periodista Gil Sumbiela) con el fondo de la Iglesia de San Roque como recuerdo de una foto familiar.
Texto y foto de Eduardo Donderis Folgado
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