1894 - Ya en la recta final del siglo en la calle de Zaragoza se reunían una serie de escaparates que causaban furor en la fiel clientela. A su calidad y por ello debido, el lugar se convertía en un foco de atracción para los valencianos que iba a dejar en el recuerdo unos apellidos de gran tradición en el comercio valenciano, y alguno por muchos años.
Y no sólo por la animación de su calle, sino porque en el interior de varios de sus establecimientos y en su decoración iban a exhibirse bellas alegorías de la manos de los más prestigiosos pintores de la época: Juan Peiro, Vicente Nicolau Cotanda, José Nicolau Huguet y Joaquin Sorolla.
Y estas y otras representaciones artísticas se exhibían en los diferentes comercios de la calle Zaragoza, donde destacaban las del Gran Bazar Valenciano de Zacarias Janini, el Bazar Giner de Vicente Giner Alonso, la papelería de Faustino Nicolás, con su taller de grabados.
Y también y entre otros, en la Confitería de Germán Burriel, que por su merecida fama se iba a perpetuar en el tiempo gracias a la profesionalidad de los sucesores y en otros lugares, como lo fueron en la plaza de la Reina y en la calle Pascual y Genís.
El arte al servicio de tiendas y comercios que rivalizaría en este caso con la rica repostería, objetos de capricho para obsequios, bodas y bautizos.
Confitería de Germán Burriel, "Proveedor de la Real Casa", reza el anuncio.
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