Archivo Rafael Solaz
1915 – Atrás había quedado el tratamiento de “modistillas” a aquellas mujeres que con escasos recursos recurrían a la aguja para contribuir con unas pocas pesetas al sustento familiar, con la única acreditación de una ligera maña en el uso del dedal.
La aparición de la máquina Singer en el XIX y su éxito, contribuyó en gran medida a dignificar una profesión que con la creación de numerosos talleres de costura darían lugar a que la mujer tuviera la opción de una profesión digna, en una época, que salvo la de cigarrera, la incorporación de la mujer al mundo del trabajo estaba muy limitada.
La foto de la segunda década del pasado siglo nos muestra un taller en el que se imparten clases de costura mediante hilos de seda enhebrados con agujas de orgullo.
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