lunes, 25 de mayo de 2015

ACEQUIA, HUERTA Y BARRACAS


Acequia, huerta y barracas. 1911
Archivo de Rafael Solaz

1911 - La acequia canta murmullos de ranas ávidas de insectos. Los árboles se alzan hacia el universo verde de sus hojas apoyados por un cañamelar que servirá para quien sabe qué tomatera. Las blancas barracas parecen imitarlos y miran al cielo azul claro que se adivina.

Una cruz se convierte en símbolo y remate de tan popular vivienda de la huerta. Todo ocurre junto a un camino que acompaña la acequia moruna como compañeros de un viaje en la historia. Unas florecitas blancas, alimentadas por la humedad del lugar, interrumpen el concierto verde-ocre. El color se adivina, se respira, se siente el correr del agua.

Es la huerta, la tantas veces cantada, la de nuestros antepasados, la que no debemos dejar perder porque forma parte de nuestra identidad como pueblo. Han pasado más de cien años y la imagen permanece con toda la fuerza y el color del recuerdo.

Una fotografía con acequia, la huerta y unas barracas bastan para que de mis ojos broten lágrimas de nostalgia.

Texto y foto de Rafael Solaz

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