Bohemio personaje que fue popular en la Valencia de la primera mitad del siglo veinte. Le conocí cuando ya anciano lo habían acogido en el Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y lo enviaban periódicamente con las cuchillas y las placas de la picadora de carne para que se las afilaran en una firma comercial de maquinaria para la alimentación cuya oficina estaba en la calle San Vicente Mártir, empresa en la que trabajé mis primeros nueve años laborales. Una de las veces, en 1959, me regaló la foto que acompaño con una rimbombante y cariñosa dedicatoria en su reverso (Pongo a su disposición este retrato como recuerdo de la causa que lo indujo a apreciarme. Nicolás), y en otra ocasión nos comentó a mayores y jóvenes su último invento, los zapatos voladores, “ya que colocando tacos de goma muy elásticos bajo las suelas podríamos andar más rápido”. Me ha recordado que hace pocos años vi en televisión anuncios y comentarios sobre artilugios colocados en los pies para andar más veloz.
Cuando me dio la foto se la enseñé a mi madre, quien me contestó que había sido un personaje muy conocido, sin malicia, que cuando menos lo esperaban los viandantes se detenía en una calle y le dedicaba apasionados versos a una señora o señorita de algún balcón o ventana.
Según el periodista Rafael Brines Lorente era un hombre menesteroso pero con gran dignidad, que improvisaba versos, unas veces más acertados que otras, los declamaba principalmente en la Alameda formando corro y falleció en los años sesenta en el citado asilo. Según mi madre era soltero y el único Nicolás de los años sesenta en el citado centro asistencial, tras las pacientes averiguaciones de la Hermana Ana, fue un turolense casado que falleció en 1971.
O fue este señor o posiblemente tuviera otro nombre y Nicolás se lo puso él como admirador de poetas como el valenciano Nicolás Núñez, famoso en el siglo XV, y el cubano Nicolás Cristóbal Guillén, muy importante en el siglo veinte.
En la foto, de autor anónimo y realizada en los años veinte junto a una falla del centro histórico, está el poeta Nicolás sobre dos piedras y ataviado con un amplio abrigo en cuyos grandes bolsillos guardaba hojas con poesías.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
Junto al Pou de l’Hortolà, en un campo de algarrobos, existía un catxerulo de piedra que servía como refugio. En esos años 50 allí vivía el poeta Nicolás, popular personaje que sin saber porqué, procedente de Valencia, había ido a parar a tan humilde habitáculo. Escribía y escribía en cuartillas recicladas, junto a un enorme diccionario. Me decía que cada día se aprendía una hoja de memoria y así conocía a la perfección todas las palabras. Decía que casi todas tenían poesía y podían significar muchas cosas y que él era un árbol errante, sin raíces pero con muchas ramas que crecían (esta frase quedó me quedó grabada). Recuerdo que cuando se fue urbanizando el lugar a los vecinos les molestaba y acabaron echándole. Fue a parar a los Hermanitos de los Pobres de Valencia (junto a la iglesia de Santa Mónica) donde falleció. El poeta Nicolás me marcó porque vi en él una persona muy humana, culta y entrañable.
ResponderEliminarMuy interesante el post de hoy, gracias a todos los que han hecho posible que décadas despues, sepamos quien era el poeta Nicolás. Muy buen día para todos. Gregorio
ResponderEliminarLa foto es de 1943 y es en la calle Alta.
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ResponderEliminarEsteban
Gracias Simón. Un dato más de nuestro poeta bohemio.
22 de febrero de 2015