1972 – Foto del autor Joaquín Collado
La ciudad de Valencia, de la que se puede decir que es plana como la palma de una mano, no está necesitada de colocar escalones para comunicar sus calles, plazas y barrios, al estilo de otros lugares.
La excepción está fijada en la popular calle que vio su luz tras la construcción de la Lonja de la Seda en el siglo XV, conocida en el nomenclátor con diferentes nombres, entre los que por un tiempo figuró el de “Escalones de la Lonja”, por derecho propio ejercido, como lo es el actual y desde 1996, de Pere Compte, el maestro cantero y “molt sabut en l’art de pedres” y creador de aquel “templo de mercaderes”.
El hecho de que el suelo de la calle esté elevado y al mismo nivel de la Sala de Contratación, se produce fundamentalmente por las bóvedas existentes en los subterráneos de sus casas aledañas, lo que obligó a su colocación, siendo mayor su número de escalones por donde se comunica con la plaza del Mercado.
1969 – Foto del autor Joaquín Collado
Los “escalones de la Lonja” han sido extensión del mercado, lugar de encuentro, de descanso momentáneo, incluso para los de alpargata con meñique al aire, también para quienes procuran tertulias con bastón, y en especial, un muy buen lugar para quienes dispuestos al cambalache, acudían con sus relojes de pulsera y de bolsillo, mecheros de rasca y gasolina, en una costumbre de mercadillo que tiene su continuidad en el artista callejero que ofrece bocetos de la ciudad hechos a plumilla.
Años 20 – Archivo de Rafael Solaz
Entre idas y vueltas y de plaza a plaza: las del Mercado y Collado.
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