1928 - José Serrano Simeón (1873-1941), conocido popularmente como el maestro Serrano, compuso más de 50 zarzuelas y un increíble número de obras de los más diversos tipos. Desde niño era un prodigio, a los 5 años ya sabía solfeo, a los 12 tocaba la guitarra y el violín dejando a todos asombrados. Como cualquier gran genio tuvo una vida plagada de anécdotas que le dieron fama de despistado. Entre todas ellas destaca la de El Fallero.
Corría el año de 1928 cuando el 10 de febrero se creó el Comité Central Fallero con la finalidad de organizar las celebraciones de las Fallas. Se acordó con el Ayuntamiento que comenzarían el 16 de Marzo. Pero no todo comenzó en esa fecha, un año antes habían emprendido los preparativos, entre ellos encargar al maestro Serrano un pasodoble para que fuera tocado por las más de 100 bandas que recorrerían la ciudad.
Había que realizar las disposiciones y el orden de muchas cosas viejas y nuevas: los trenes falleros, la recién creada revista Valencia y su fiesta, la Crida, la Exposición del Ninot, la Nit de Foc, la Cabalgata del Reino, la Cabalgata del Ninot, la elección las bellezas falleras, una reina de las Fallas, antecesora de la Fallera Mayor y su corte de honor. En el ajetreo nadie se preocupó por el pasodoble encargado al maestro Serrano hasta principios de marzo, así que raudos como una centella le escribieron, a lo que él contestó: "Esto está en casa", algo que hizo presagiar lo peor conociendo los despistes del maestro; tampoco se había acordado.
Serrano estaba trabajando en Madrid. En pocos días el comité se gastó unas 2000 pesetas en telefonemas, cartas y sellos, el maestro siempre respondía lo mismo; estaba en ello. Se dio por seguro que el pasodoble no vería la luz para Fallas, pues quedaban cuatro días como quien dice. Y no les faltaba razón, ni había comenzado con la anhelada partitura.
El día 5 de marzo Serrano visitó la copistería avisándoles que tuvieran todo preparado para imprimir 100 copias de una composición musical... que no había escrito. Esa noche se encerró en su gabinete, y un compas tras otro creó el pasodoble El Fallero, aunque verdaderamente usó el título de pasacalle. Por la mañana, tras hacerse las copias, un empleado de los coches cama las transportó a Valencia.
Se intentó repartir lo más pronto posible a las bandas sin dejarse ninguna. Con los medios de entonces, y los nervios, sin tiempo para ensayar, más de una lo recibió la víspera de comenzar las fiestas. Por algo estaban entre los mejores músicos del mundo, ante el asombro del Comité fallero todas amanecieron desde el primer día tocando El Fallero. Su éxito fue tal que a las pocas horas se tarareaba el pasacalle de un extremo a otro de la ciudad.
El Fallero traspasó fronteras y ha representado en el extranjero a Valencia muchas veces. En 1931 el poeta valenciano Maximiliano Thous adoptó a la música la letra con que lo conocemos hoy en día.
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