Años 50 - Recoleta plaza de Santa Úrsula. De las Torres de Cuarte, a su sombra, haciendo esquina con los restos del callizo de la antigua muralla, y desde principios del Siglo XVII la Plaza de Santa Úrsula, ha pasado en silencio, de puntillas, sin hacer ruido, como las mismas monjas de clausura que habitaron su Convento.
Hay dos cosas que han marcado el ritmo de esa plaza, durante decenas de años; de la espadaña de su Iglesia, la pequeña y sonora campana, tocando a misa; y su fuente pública, que en la fachada de la misma se instaló a mediados del XIX.
Aquella, con su único toque a las ocho de la mañana, y esos tañidos cada Domingo o Fiestas, a media mañana; primero…, segundo... y el tercero a las doce, cada uno con cadencia de pocos minutos, llamando a Misa.
Y la fuente, donde personas llenan sus botijos, pozales e incluso en ella, lavan la ropa; gentes de cercanas casas, que no poseían agua corriente en las mismas. Ésta imagen se ha mantenido, e incluso desapercibida por los valencianos, durante muchos años, hasta casi los 60.
Texto - Germán Gómez.
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