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miércoles, 28 de febrero de 2018

LA GLORIETA - y IV

Archivo Municipal

1928 Ca - En 1910, ya abierta la calle de la Paz desde 1903, la puerta enfrente fue ampliada con tres vanos siendo la segunda en importancia. Y entre 1915 y 1928 se colocaron las estatuas del Dr. Gómez-Ferrer, el médico de los niños, y las de los pintores Agrasot, Muñoz Degrain y Francisco Domingo, que se unirían a la del genio del sainete Eduardo Escalante que había sido instalada años antes en 1899. Aun seguían existiendo las pequeñas montañas del general Elio con sus arbustos.
 
Archivo Municipal

En 1925 se acometió una nueva transformación, motivada fundamentalmente para dar paso a la circulación desde la calle de la Paz. Se quitó la verja de hierro, que se instalaría en 1932 en los Jardines del Real, y se partió en dos la Glorieta con una avenida que recogía el tráfico de la calle de la Paz hacia la Avenida Navarro Reverter, disminuyendo la superficie y el espesor de la arboleda al ser talados los arboles más antiguos. Esta situación persistió hasta los años cuarenta, cuando la Glorieta volvió a ser de un solo cuerpo, tal y como hoy la conocemos. 

En 1950 se cerró la Glorieta con un cercado de ciprés que duró hasta la riada de 1957, cuando al superar las aguas el nivel de los dos metros fue muy devastada, obligando a su necesaria reconstrucción para alcanzar su aspecto actual tras la regeneración de su ornato vegetal, del que se habían perdido árboles muy apreciados, con nuevos bancos y juegos infantiles.

lunes, 26 de febrero de 2018

PISCINA LAS ARENAS, LA MECA DEL DEPORTE NATATORIO

Colección Salvador Monmeneu (1934)

Casi dos meses antes de su inauguración, el cronista de Las Provincias no podía ser más explícito: “Días de éxito y gloria se avecinan para el deporte acuático valenciano… la formación definitiva del C.N. Arenas no admite dudas”. No vacilaba pues que torno la nueva piscina se iban a agrupar los mejores nadadores del momento, y que iba a ser la llave para abrirles las puertas al rápido progreso.

La piscina de la Arenas, remataba su comentario, “será -dentro de pocos meses- la Meca del deporte natatorio”.

Efectivamente, la noche del 21 de Julio de 1934 tuvo lugar su inauguración oficial con un extraordinario éxito de concurrencia en forma de avalancha, con un público deseoso de conocer la nueva instalación del balneario Las Arenas. Tan grande fue la expectación suscitada que no desmereció al quedar los asistentes fascinados cuando descubrieron con sus ojos la “piscina grande” fantásticamente iluminada.


Colección Salvador Monmeneu (1934)

Junto a la barra americana, una orquestas amenizó un baile para el disfrute de los jóvenes por la modernidad que suponía. La brisa marina suavizaba el calor de la fiesta.

Colección Salvador Monmeneu (1934)

No pudo faltar aquella noche una exhibición de natación a cargo de los mejores clubes que al mismo tiempo les servía como entrenamiento para los próximos campeonatos. Desde lo alto del trampolín se sucedían, unas tras otras, acrobáticas figuras que producían expectación.

Junto a las autoridades asistieron distinguidas familias de la sociedad valenciana que fueron muy elocuentes en las felicitaciones a los señores Zarranz y Moroder,  que, como propietarios habían puesto a la capital del Turia a la altura de las mejores capitales europeas.

Elegancia, buen tono y  modernidad se magnificaban en un establecimiento deportivo diseñado por el prestigio arquitecto madrileño Luis Gutiérrez Soto, especialista en este género, cuya dirección de obra recayó en Cayetano Borso, joven arquitecto valenciano que empezaba a despuntar.

sábado, 24 de febrero de 2018

LOS LARGOS TRANVÍAS POR LAS CALLES BARCAS Y PINTOR SOROLLA

450 Mastaba (Ex 312) con remolque 300 por la actual plaza de Zaragoza en 1964 y en la línea 12. Archivo de José María Valero Suárez.

Entre los años 1957 y 1962 mi tranvía preferido para viajar entre la avenida del Puerto (entonces oficialmente del Doncel Luis Felipe García Sanchís) y la plaza del Caudillo (actual del Ayuntamiento), era el de la línea 1, cuyos vehículos con potentes motores General Electric o Cenemesa llevaban un remolque sobre bogies. Tenían mayor capacidad y recorrían en menos tiempo el  itinerario de atajo por las calles Barcas y Pintor Sorolla y el contorneo del Parterre hasta la Glorieta, en contraste con los tranvías, también sobre bogies, de las líneas 2, 4, 12 y 14, con itinerarios más largos, más paradas, y mayor tiempo de viaje. Cuatro líneas que únicamente llevaban remolques de dos ejes, jardineras y cerrados con o sin balconcillos, durante la temporada de baños en las playas del Cabanyal, Malvarrosa y Nazaret.

Como el 9 de abril de 1962 suprimieron la circulación de tranvías por las calles Barcas y Pintor Sorolla, principalmente por protestas de hoteles y entidades con aprobación municipal, hasta febrero de 1964, que pasé a trabajar en una empresa con factoría en Manises, no tuve más remedio que utilizar las otras líneas con recorridos por las calles Paz, San Vicente, Ruzafa y Alicante, y las grandes vías Marqués del Turia y Germanías. Periodo de tiempo en el que pude seguir viajando en los largos convoyes del ex1 ya que la Compañía de Tranvías y Ferrocarriles de Valencia (CTFV) los reutilizó para reforzar los servicios de las líneas 2 y 12.


462 Zeppelín con remolque 400 en la plaza del Caudillo (actual del Ayuntamiento). Primeros años cincuenta. Vía Libre FFE.  

La historia de los tranvías sobre bogies o carretones, con mayor capacidad y más comodidad para los viajeros que los de dos ejes, comenzó en Valencia con la circulación de un prototipo a partir del 30 de marzo de 1933. Fue el primero de los 17 puestos en circulación en 1933 por la CTFV para modernizar los servicios entre el centro de la ciudad y sus barrios marítimos. Los construyó Material Móvil y Construcciones de Zaragoza, continuadora de la antigua Carde y Escoriaza, con equipos eléctricos de la General Electric de Estados Unidos, y formaron la serie 300. Su calidad quedó ampliamente demostrada ya que 16 prestaron servicio hasta los últimos años sesenta del siglo veinte, llegando la mayoría de ellos hasta la supresión de los tranvías de Valencia a partir del 20 de junio de 1970.

Entre 1945 y 1947 fueron remodelados en Talleres Devís de Valencia, donde les pusieron puertas accionadas por aire comprimido y ubicaron al cobrador, hasta entonces ambulante por el vehículo, en un habitáculo, donde además de cobrar a los viajeros que iban pasando se ocupaba de la apertura y cierre de las puertas traseras, lo que también hacia el conductor con las delanteras. Entonces los añadieron a la serie 400, que ya tenían las características anteriores, y habían constituido con 25 carrocerías, que equiparon con motores y restos mecánicos y eléctricos de viejos vehículos de dos ejes, y 28 a las que pusieron motores nuevos Cenemesa. Diecisiete constaban como propiedad de CTFV y los 53 restantes alquilados por su filial VASA (Valenciana de Autobuses S.A.)

Parte de los General Electric y Cenemesa fueron adaptados para remolcar en la línea 1 los largos y estrechos remolques, nueve serie 300 también sobre carretones, que construyó Talleres Gay del Grao de Valencia reutilizando materiales de antiguos tranvías imperiales de la época de la tracción animal, aunque otros investigadores opinan que uniendo dos coches de tercera clase del trenet. Fueron los tranvías más largos de Valencia. También utilizaron como remolques algunas carrocerías tipo 400 antes de su motorización.


462 Zeppelín con remolque 300 por la Glorieta hacia Pintor Sorolla y Barcas. Últimos años cincuenta. Vía Libre. FFE.

El desacierto estuvo en la carrocería, de madera con forrado metálico exterior en todo el material sobre bogies.

En pleno declive tranviario, a partir del 1 de marzo de 1965 todos los servicios fueron realizados sin remolques.

Por su aspecto exterior los tranvías de la serie 400 formaron estéticamente dos grupos principales: los “zeppelines”, cuya estilizada estructura hizo que popularmente los asociaran con los dirigibles alemanes de la primera guerra mundial, y “mastabas”, a los que por sus amplias y angulosas plataformas delantera y trasera les encontraron parecido con la reproducción de una tumba egipcia que tenía como anuncio la empresa de pompas fúnebres La Mastaba en la calle Colón de Valencia.

Un zeppelín con el nº 407 está expuesto en el naciente museo de Torrent, mientras que los mastabas 424 y 455, y el largo remolque 301 están a la espera de su restauración.

Texto de Esteban Gonzalo Rogel 


jueves, 22 de febrero de 2018

LA GLORIETA - III


Archivo Municipal (1926 Ca)

La que podemos considerar como tercera transformación se efectúa a mediados de siglo, en 1859, con la reaparición de la Fuente de Tritón en 1860 -que se había quitado de su anterior puesto en 1844 para la ampliación de la Glorieta- y la instalación de una verja de hierro que duraría hasta 1925. 

En 1883 se celebró una Exposición de Agricultura de gran éxito. Se construyó en el interior, próximo a Capitanía, un edificio para los guardas, que luego sería en 1895 Casa de Socorro municipal y en 1900 se instaló un restaurante y un kiosco de prensa, en unos años de gran actividad.

Archivo Municipal (1920 Ca.)

En 1901 se llevó a cabo la cuarta transformación. Se inauguró un teatro que no tuvo aceptación, solicitando los vecinos su derribo. Fue cuando se instaló una cueva con la Fuente de Neptuno en sustitución de las estatuas de las cuatro Estaciones trasladadas a los Viveros. Un incendio, quizá provocado, acabo con el teatro poco tiempo después.

En 1909 se instaló un mercado de flores que duró unos pocos años. Se retiraron unos bancos de piedra que fueron llevados al pretil del río en la Alameda, y los que tenían respaldo de hierro, pasaron al Parterre. Se cambió el alumbrado y se instalaron nuevas farolas.

martes, 20 de febrero de 2018

LA CESTA CON LA COMIDA


Valencia-Jesús. Jordi Ibáñez. Archivo Esteban Gonzalo

En 1953, en primavera u otoño, el fotógrafo Jordi Ibáñez captó el momento cuando un empleado de la antigua estación Valencia-Jesús le entregaba al maquinista del tren con destino Torrent la cesta con la comida que alguien de su familia había llevado allí.

Eran tiempos de escasez y bajos salarios, por ello la mayoría de los habitantes tenían que hacer filigranas para llegar a final de mes y era habitual volver al hogar para comer o hacerlo en los lugares de trabajo con alimentos preparados en casa.

El automotor eléctrico nº 5, construido en 1924 por Carde y Escoriaza de Zaragoza con motores de la General Electric norteamericana, fue uno de los trasladados desde la estación Pont de Fusta para atender los servicios de viajeros de la línea sur de CTFV, cuya electrificación fue puesta en servicio  el 4 de diciembre 1947 hasta Torrent. Instalaciones para el nuevo tipo de tracción que fueron adaptando con gran lentitud, de tal manera que hasta el 10 de marzo de 1956 no quedó terminada la electrificación de los 53 km. de trazado hasta Villanueva de Castellón. Entre 1947 y 1956 convivieron locomotoras de vapor, autovías diésel y trenes eléctricos por la línea de ancho métrico de la Ribera Alta.

En la parte derecha del automotor asoma un largo y estrecho coche sobre bogies construido a partir de dos antiguos de dos ejes.


Texto de Esteban Gonzalo Rogel

domingo, 18 de febrero de 2018

LA GLORIETA - II


Parcial del plano de Francisco Ferrer y Guillén de 1831

La llegada del trienio liberal y la ejecución del General Elio paralizaron el proyecto que no se reanudaría hasta 1826, en unos años que en Valencia, desde el Palacio de Cervelló, se iba fraguando la política nacional en su intento de vuelta al absolutismo.

La Glorieta, por orden del nuevo capital general O’Donell, se cerró con una verja de madera sujeta por pilastras de piedra. Como anecdotario, no se dejaba entrar a los perros y mendigos, y colocaron unos bancos de piedra y unas sillas que había que pagar para utilizarlas. Existían siete puertas, siendo la principal la que daba a la Plaza de Tetuán. Esta remodelación duró hasta 1844.

En este año, José Campo, alcalde de Valencia, inauguró el 9 de octubre el primer alumbrado a gas de la ciudad, desde la Glorieta, lo que significó el inicio de una segunda remodelación para su mayor amplitud. Se instaló un café junto a un Pabellón de Música y se realizó una radical transformación del arbolado, con nuevas especies orientales a base de plátanos, tilos, palmeras y magnolias, dejando de ser un jardín plenamente valenciano. 

viernes, 16 de febrero de 2018

JOSÉ E. SERRANO MORALES, VALENCIANO DE ADOPCIÓN

Archivo Municipal

El fallecimiento del bibliófilo afincado en Valencia José Enrique Serrano Morales, el 16 de febrero de 1908, tuvo gran repercusión para el diario Las Provincias, que al día siguiente de su muerte y en primera página informó con detalle en cuatro de sus cinco columnas, última ésta que también utilizó para terminar su crónica.

La impresión que causó en la redacción fue “profunda, dolorosísima, aplanándola", puntualizaba. Más si cabe, toda vez que la noche anterior, para poner fin a la jornada dominical, habían conversado con él sin advertir ningún síntoma de fatiga que supusiera tan fatal desenlace.

Como era habitual en los domingos -informaba el cronista-  se llevaba a cabo en su biblioteca particular una tertulia bibliográfica que en aquella última reunión se había debatido entre los asistentes aspectos referidos a las fiestas centenarias del Rey Don Jaime, así como a la Guerra de la Independencia de hacia un siglo, hojeando libros y manuscritos entre el entusiasmo de los asistentes, unidos por la historiografía valenciana en la consideración de que había llegado la hora de revivir sus glorias.

No terminó ahí la jornada pues se reunió de forma íntima con familias amigas en la sede del Gobierno Civil, hasta que se retiró a su domicilio de la calle Corona. En la madrugada del lunes se despertó con molestias en el pecho y tras llamar al médico su esposa, en contra de los deseos de Serrano Morales, de forma repentina y sobre las 10 de la mañana, el bibliófilo exhaló su último suspiro.

Teodoro Llorente Olivares, director del periódico, en el extenso comentario de la portada, glosó su figura dada a recopilar toda suerte de libros, folletos, manuscritos, datos y documentos, que se hallaban en su domicilio, referidos al pasado historiográfico de Valencia, convertido en una extensa biblioteca que reunía más de 12.000 libros, sin contar folletos y papeles sueltos.


miércoles, 14 de febrero de 2018

LA RIADA DE 1897 Y LOS TRANVIAS

ANÉCDOTAS Y CURIOSIDADES TRANVIARIAS

Tranvía de caballos tipo imperial cruzando el puente del Mar sobre un embravecido río Turia, bajo un amenazador cielo. Foto Mimós. 10-11-1897.


Valencia ha sido ciudad de riadas y han sido muchas las que figuran en su historia, más o menos graves, pero el Turia vive con nosotros o nosotros con él y aunque debíamos ser buenos vecinos en algunas ocasiones la cosa se estropea y llega el desastre. Desde que el tranvía circula por Valencia han habido tres ocasiones en las que las riadas han afectado de forma señalada a los tranvías. Esta fue la primera documentada fotográficamente.

En 1897 el día 10 de noviembre tras varios días de lluvias intensas, hubo una riada por la tarde, que rompió el puente de Madera de la Estación del trenet, por su parte vecinos de Pueblo Nuevo del Mar (Cabañal) tuvieron que romper parte del terraplén del trenet al Grao, y dejó de circular el tranvía de vapor al Grao (Ravachol) a causa de las inundaciones en el Grao.

También en las partes bajas del centro de la ciudad hubo inundaciones como se puede comprobar en la foto siguiente donde aparece un tranvía de la línea Diagonal navegando en la muy céntrica Bajada de San Francisco proveniente de la calle de San Vicente y con destino a la calle de Ruzafa bajo la atenta mirada de una multitud de valencianos protegidos con sus paraguas.


Tranvía de caballos de la Sociedad Valenciana de Tranvías navegando en la Bajada de San Francisco. Foto Antonio García, suegro de Sorolla. 10-11-1897.

 Texto de Enrique Goñi Igual


lunes, 12 de febrero de 2018

LA PLAZA COMANDANTE MONTESINOS

Archivo Municipal

1945 Ca - La desaparecida y pequeña plaza Comandante Montesinos se vio afectada cuando la instalación del Mercado de Abastos, junto a San Agustín,  a finales de 1923, donde estuvo funcionando hasta la segunda mitad de los años cuarenta, cuando fue trasladado a su actual emplazamiento.

Desde aquel momento la plaza pocas veces gozó de buena salud, tal y como expresaban los vecinos con sus denuncias en 1932 por el mal estado de una fuente en la plaza en cuyo entorno se concentraban los desperdicios de verduras procedentes de Abastos, que daban al lugar sensación de abandono. 

La  plaza estaba condenada a desaparecer por los proyectos de reforma interior, sin embargo, en 1934, se anunciaba en prensa la subasta de un solar contiguo de 202 metros cuadrados, al tiempo que igualmente se ofrecía la casa número 6 compuesta de planta baja con jardín, entresuelo, dos pisos, desvanes y terrado. Mayor peligro encerrada la casa con el número 8 que amenazaba derribo, por lo que ante una denuncia de la Guardia Municipal, el primer teniente de alcalde Sr Gisbert, dio instrucciones al arquitecto mayor municipal para que realizará una inspección y tomar por consiguiente las medidas oportunas.

La plaza del Comandante Montesinos en 1934 junto a otras próximas, como las de Pellicers, Pertusa, Pilar, En Gil y otras calles vecinas, se vería afectada por las mejoras del alcantarillado, tanto en cuanto la Cámara Oficial de la Propiedad Urbana ponía en conocimiento de los interesados propietarios que gracias a su gestión había logrado ciertos beneficios en el pago de los tributos.

Con el traslado del Mercado de Abastos la explanada sería propuesta para la construcción de Hacienda y otros nuevos edificios, lo que significó la desaparición de la plazita, mientras que la calle de Quevedo ganaba en anchura. 

La foto de la primera mitad de los cuarenta nos da una idea de su entorno en cuyas paredes se observan los rostros de Francisco Franco y José Antonio qué tanto proliferaron en las fachadas urbanas de la época.

sábado, 10 de febrero de 2018

EL FENIX

Archivo Municipal

Semanario aglutinador en sus páginas de la élite valenciana que llevó a cabo una labor erudita en favor de la historia, las costumbres, la literatura y las artes, sobre todo con el valioso concurso de Vicente Boix Ricarte (1813-1880), siendo uno de los periódicos que mayor influencia han ejercido en el movimiento literario valenciano, impregnado del romanticismo imperante de la época, tal como señalara Luis Tramoyeres Blasco (1880). Comenzó a publicarse el ocho de junio de 1844, con el subtítulo “Periódico universal, literario y pintoresco", en entregas dominicales de ocho o seis páginas, compuestas a dos columnas, que salían de la imprenta de Benito Monfort, que debió ser además su primer editor y propietario. Publicando su número 17, el 28 de septiembre.

ADUANA DE VALENCIA

"Junto á la puerta llamada del Mar, y al frente del hermoso paseo de la Glorieta, se levanta un edificio de elegante y suntuosa arquitectura, coronado con la magnífica estatua del gran rey Carlos III. Esta lujosa obra se destinó desde su construcción para servir de aduana, pero en ella estuvieron colocadas durante muchos años todas las dependencias y oficinas de administración del estado, habitando además sus respectivos gefes en cómodas y espaciosas habitaciones. 

La antigua aduana ocupaba una pequeña plazuela mas larga que ancha, que había junto á la puerta del Mar enfrente de la ciudadela, llamada antes casa de las Armas. En aquella plazuela vivían los canónigos Zapata y Carróz; y á espaldas de estas casas había una que servia de horno á los religiosos trinitarios, y al extremo de ellas existía un callejón sin salida, llamado de la Таleса, en el cual solo á una parte había casas inhabitadas por su lobreguez.

Derribáronse estas casucas, y de la aduana antigua solo queda pegado á la muralla algún trozo, que hoy sirve de almacén de fortificación. 

El intendente, que lo era entonces D. José de Aviles, elevó á S. M. el plan de la nueva aduana, y aprobado en Madrid se dio principio á la obra en 17 de Abril de 1758 , bajo la dirección de Felipe Rubio, albañil, y Tomás Minér, cantero, naturales y vecinos de Valencia. 

La longitud de esta obra regia es de doscientos ochenta y tres palmos: su latitud de doscientos doce, y de cien palmos valencianos su elevación. El escudo de las armas reales que se ostentan en la fachada principal es de veinticuatro palmos valencianos, contados desde el toisón hasta la cruz de la corona. 

La magnífica estatua del señor rey D. Carlos III tiene diez y siete palmos de altura, ocho de latitud y seis de grueso; á su mano derecha está colocada una estatua que representa la justicia, y á la izquierda otra que manifiesta la prudencia. La piedra de las estatuas y del escudo es de la cantera de Barcheta, cerca de Játiva. El peso de la que se cortó para la estatua del rey se calculó en dos mil arrobas, y para su conducción se desbastó y bosquejó en la misma cantera, quitándola como unas ochocientas arrobas de su mole: y de este modo pudo conducirse a Valencia en un carro en un carro hecho con este objeto tirado por veinte pares dé mulas.

Descargóse junto á la misma aduana, donde se armó el taller y se puso en perfección por D. Ignacio Vergara, valenciano y de la academia de san Carlos. Pagáronle ochocientos pesos por la estatua del rey; mil por las de las virtudes, y cuatrocientos por el escudo de las armas reales. Hoy sirve este suntuoso edificio para fábrica de cigarros. 

Destinado como queda dicho para fábrica de cigarros , no hace mucho que fue teatro de una horrorosa catástrofe, que el pueblo de Valencia contempló lleno de terror, y cuyas circunstancias son bien conocidas. Asegúrase, sin embargo, que la aduana volverá á su primitivo estado, trasladándose la fábrica de cigarros al gran monasterio de san Miguel de los Reyes: pensamiento que no podemos dejar de aplaudir; pues en este caso se trasladará la audiencia al lujoso edificio del Temple. 

A propósito de esta traslación, no podemos menos de recordar la necesidad de conservar la casa que antes se llamó de la Diputación, y ahora acupa la audiencia. Su mérito artístico, sus magnificas pinturas al fresco, obra de Cariñena y de Peralta, y sobre todo sus recuerdos históricos, deben impulsar á todos los apasionados por las artes el deseo de conservar este y otros monumentos le nuestra antigua grandeza valenciana. Las columnas de nuestro Fenix contienen estensas descripciones de algunos de ellos, y seria sensible que muchos, ó se perdieran completamente ó se vendieran por mezquino precio, en una época en que el gusto ha inspirado á los gobiernos de todas las naciones cultas el deseo no solo de conservar los antiguos monumentos, sino de repararlos también, dando con esto una insigne prueba de civilización y de verdadero progreso. 

Valencia entre las capitales de la monarquía española encierra en su territorio muchos edificios, cuyo mérito artístico es la admiración de los inteligentes; y si la mano de la destrucción ha derrumbado ya gran número de estos preciosos restos, tiempo es ya también de salvar los pocos que nos restan, siquiera por respeto á la gloria de nuestros mayores".

Texto de El Fenix - 05/10/1845

jueves, 8 de febrero de 2018

LA PLAZA DE LA IGLESIA DE BENICALAP

                     

Una vieja foto de los setenta me obliga a rememorar una parte de la historia que hemos vivido los que nacimos en el barrio de Benicalap. Había comenzado años antes una construcción que entre anárquica y falto de plan de urbanización del barrio hacía que frente a fincas descontextualizadas, pero muy de la época, se entrecruzaran las antiguas construcciones que daban sabor al barrio.

La iglesia de S. Roque estaba terminada. Su fachada, después de los años 70, adquiere la forma actual si bien todavía presidia la entrada en ella la cruz de los   “Caídos por Dios y por España” con la enumeración de los que cayeren en el bando nacional. Recuerdo que la plaza tenía socavones y en la mayor parte pequeños guijarros que eran restos del intento de darle consistencia y adaptar el espacio para los actos religiosos que se realizaban.

En él se daban las “disparás y castillos” en las fiestas del barrio. Los domingos, los bautizos. Toda la chavalería rodeaba al neófito y acompañantes cantando “Padrí ronyos ha parit un gos, si no tira confitura que es mullga la criatura“. Una lluvia de caramelos, acompañados de monedas, disolvía el grupo que entre empujones y codazos cada cual cogía los que podía. Era un lugar idóneo para los partidos de fútbol, amén de montar las fiestas patronales y del Cristo. Pocas, pero sí alguna vez, montaban los clavarios “varietés" trayendo en el espectáculo a figuras del momento y vallando el espacio con cañizo con el fin de que el que quisiera verlo pagara. Esto traía quejas y pitidos. La mayoría de nosotros encontrábamos el hueco o aprovechábamos el descuido para “colarnos”.

En la foto, en su centro, un gran portalón daba entrada a Químicas Oro. Una industria química que llenaba de color y olor las acequias empleadas como desagües. La contaminación era algo normal y productos y olores tóxicos se arrojaban a las acequias que a su vez servían para riego del campo. Se había establecido en la alquería del Rull en 1955. Tal vez sea esta la última foto de la industria ya que en 1975 se trasladó al polígono de San Antonio de Benageber. En la foto y casi encarada con la iglesia había una  finca con planta baja y piso. 

La familia Cotanda, dedicada a la venta de pescado en el mercado, vivía en la planta baja. Era la casa de los Hermanos Cotanda Vinaixa. Manolo no siguió el oficio de sus padres licenciándose en Medicina. Rafael, el pequeño, conocido por todos como Rafelín, se graduó de ATS y ejerció muchos años en la Fe, y Trini,  la mayor, comadrona, ayudó a traernos a este mundo a muchos de los críos del barrio. Arriba vivía Manolo, María Ángeles y Amparo la familia conocida como la “gorrera" por dedicarse a la confección  de esta prenda. En la foto se ve al lado de esta un espacio cerrado que se aprovechaba como almacén de Químicas Oro. 

Eran finales de los 70 y ya la foto deja entrever el avance de las fincas de nueva construcción. El avance conllevó arrasar las características que definían el barrio. Se llevó la alquería del tío Rull. Al lado la alquería de San Joaquín. El Portalet. El horno de Canya. La plaza de Benicalap. Conjunto que definía las características primitivas de una zona huertana que arrancaba desde la Conquista. 

En la actual remodelación llevada a cabo desde finales de los 60 no hay nada que pueda decirnos quienes fueron nuestros ancestros. Tan solo el recuerdo plasmado por cada cual y que forma parte de una conciencia colectiva cada vez mas diluida.

Texto de Eduardo Donderis Folgado

martes, 6 de febrero de 2018

LA GLORIETA - I

 

Si nos fijamos en el plano del Padre Tosca de 1704 observaremos enseguida que el único espacio amplio en la ciudad intramuros es el próximo a la plaza de Santo Domingo, como posible lugar de esparcimiento que la ciudad necesitaba.


En el grabado de Fortea de 1738 se observa aún mayor superficie dispuesta para la instalación del Palacio de la Aduana, lo que no deja de ser una curiosidad, pues el inicio de su construcción sería treinta años después. 

En el de Manceli de 1608 el claro es más reducido, semejante al primero arriba citado, por la existencia de unas casas que se prolongaban hasta enfrentar la calle del Mar, vía de salida hacia el puente con el mismo nombre una vez vencido el Convento del Remedio.

Un siglo después, tras la guerra contra el francés, el espacio era el mismo, la ciudad apenas se había transformado y por decisión del General Elío se inició la construcción de un jardín para embellecer la zona, util al mismo tiempo para el esparcimiento de los valencianos. El lugar rodeado por la Puerta del Mar, el Palacio de la Aduana tras el derribo de unas casas en 1759, la Ciudadela como antigua Casa de Armas y la proximidad del Convento de Santo Domingo se merecía tan bello ornato.

En 1813 se puso en marcha un proyecto para ajardinar la zona, recurriendo a una vegetación autóctona, con mirto, naranjos, limoneros y arbustos mediterráneos. Se pensó en un monumento central a Fernando VII, para cuya construcción el monarca regaló dos cañones franceses, pero no llegó a instalarse. 

El dinero necesario para la compra de la vegetación se logró por suscripción popular, lo que significó un notable éxito; se completó en 1818 con la instalación de unas estatuas de Ponzanelli provenientes del Huerto de Pontons de Patraix: la fuente de Tritón que permanece aunque se ausentó por un tiempo, y las de las cuatro estaciones -Verano, Venus, Diana y Apolo- actualmente situadas en Viveros, mientras que la de Neptuno sería trasladada años después al Parterre.

domingo, 4 de febrero de 2018

LOS BAÑOS DEL ALMIRANTE EN OBSERVACIÓN


Archivo Municipal

Finalizaba el siglo XIX y el Balneario del Almirante tenía prestigio. Ello había obligado al dueño a su reforma antes del inicio de una nueva temporada que, aunque mejorando sus instalaciones, ya se anunciaba en la prensa una importante rebaja en sus precios.

El periódico Las Provincias recogía la información por el interés mostrado por Lo Rat Penat, cuando los restos arqueológicos de época árabe eran escasos en la ciudad, tanto, que la asociación consideró oportuna la visita a los baños en febrero de 1899, dedicada entonces, entre otras actividades, a su estudio. Establecía su origen cuando la Reconquista, bajo el título de Abdomelich, Avenmelich, Devendmellech, Nalmelig o Almeli, tal era la inconsistencia ortográfica y la mala adaptación de los vocablos árabes al lemosín.

Próximo al barrio judío -informaba el diario- el baño se disponía en una superficie que desde la calle del Palau se extendía hacia la plaza de la Congregación, donde se hallaba el Portal de la Xerea. Por el “Libre del Repartiment” se sabe que ante la casa de una familia judía en el Call, la de Salomón y Jofa, se encontraba una de las puertas de los “baños de Nalmelig”.

Tras la reconquista un amplio solar se había donado al caballero Jiménez de Palafox, progenitor de los marqueses de Guadalest, que obtuvieron a perpetuidad el título de Almirantes de Aragón, nombre que tomaron los baños, aunque Jaume Roig, en 1460, los nóminara de Ganou o de En Juan.

Los Baños del Almirante tuvieron sucesivos dueños pasando de los marqueses citados a los de Ariza, de estos a los condes de Rótova y a los Barones de Ceniza, que enajenaron el edificio. En aquel año, cuando finalizaba el siglo, lucían en su interior espléndidas columnas de mármol, con los arcos de herradura y las bóvedas semicirculares, con los tragaluces estriados en forma de estrellas que llamaron la atención a los ratpenatistas, especialmente por la disposición de las bóvedas en su parte exterior;  dado que no costaba documentación ni gráfica ni escrita sobre las mismas, se optó por unas fotos para dar una idea de la cubierta.

Para la investigación,  los socios de Lo Rat Penat contaron con la amabilidad del dueño de los baños, don Juan Blasco, quien se ofreció acompañado por don Luis Valls Mascarós, en su calidad de director técnico del establecimiento.

Lo Rat Penat quedó muy agradecida, tanto por la oportunidad de observar los restos arqueológicos como por su importantes mejoras para unos baños que ostentaban merecido reconocimiento por parte del público valenciano.

viernes, 2 de febrero de 2018

LA VARIANTE DE LA FONT DE SANT LLUIS HA CUMPLIDO 50 AÑOS















La inauguración el 27 de noviembre de 1967 del trazado ferroviario por La Font de Sant Lluis sustituyó al que cruzaba la avenida Peris y Valero a la altura de la calle Cuba y en paralelo a la referida avenida continuaba hasta el puente de hierro sobre el río Turia, para seguir entre industrias, campos de cultivo y zonas degradadas hasta la entrada de una vía a la estación Grao de Valencia, mientras que la paralela giraba a la izquierda, por la actual calle Menorca, hacia la estación del Cabanyal, en su trazado hacia Tarragona y Barcelona.

Desaparecieron los pasos a nivel de la avenida Peris y Valero, Carrera Font de Sant Lluis, Carrera d’en Corts (actual Zapadores), Pedro Aleixandre y Paseo de las Moreras, además de algunos para peatones sin guardar, y años después el puente de hierro fue sustituido por el Dels Dimonis y la explanación ferroviaria siguiente y zonas aledañas ocupada por la amplia avenida de Francia.

Se componía de dos vías únicas, la del lado sur para la conexión con el puerto del Grao y la otra hacia Cataluña. Por la primera varios lentos trenes de mercancías y por la segunda 29 convoyes para viajeros y varios de mercancías, con gran aumento durante la temporada de exportación citrícola, cortaban diariamente en 1966 la circulación rodada, que ya era importante en una avenida que enlazaba el tránsito norte-sur del corredor mediterráneo y había sido transformada para circulación rápida.

La supresión del paso a nivel de la avenida Peris y Valero dejó sin obstáculos ferroviarios la circulación norte-sur, que se desviaba desde 1963 por la llamada Pista de Silla (actual Ausiàs March), pero fue un traslado de retenciones para quienes continuaban hacia el este de la ciudad, ya que los trenes hacia Cataluña y El Grao engrosaron los que ya utilizaban el paso a nivel ubicado antes del enlace de ésta avenida con la calle San Vicente Mártir y no fue solucionado hasta la entrada en servicio, en noviembre de 1972, de un paso elevado. El colmo llegó cuando también pasaron por allí desde el 21 de septiembre de 1968 los trenes a Madrid por Cuenca y a partir del 3 de octubre siguiente los de Llíria por Manises. En los cuatro años siguientes las barreras eran subidas y bajadas 132 veces cada día para el paso de trenes de viajeros más las necesarias para los numerosos convoyes de mercancías y las maniobras en la playa de vías de clasificación. Los automóviles y otros vehículos ligeros tenían la solución en el túnel que ya unía la Gran Vía de Germanías con la de Ramón y Cajal, pero los camiones necesitaban proveerse de mucha paciencia.

La salida ferroviaria hacia Barcelona es la que ha tenido más variantes de trazado de la Comunidad Valenciana, ya que la de Peris y Valero sustituyó antes de 1917 a la que desde la vieja estación ex AVT contorneaba, desde el 22 de marzo de 1852, la plaza de toros y seguía hasta el puente de hierro, una explanación aprovechada con ampliaciones laterales para la construcción de la actual avenida Reino de Valencia. Aunque la estación término de la calle Xàtiva fue abierta al servicio el 8 de agosto de 1917, tanto la mencionada variante como las nuevas instalaciones de mercancías debieron entrar en servicio antes para posibilitar la construcción del edificio principal y otros de la terminal ferroviaria.

En la foto tomada, en 1966 por Penalba, está pasando el rápido con destino Barcelona que tenía su salida de la Estación de Norte a las 12 horas y tras 38 paradas intermedias su llegada a las 21:40 horas a la ciudad condal. Tren al que desde Sevilla le habían añadido en Córdoba los coches de viajeros procedentes de Málaga y en Baeza los de Almería y Granada. Era el más largo (en la imagen no se ven la locomotora y el último coche) para pasajeros de la línea Valencia-Barcelona y sólo llevaba acomodo para segunda y tercera clase. Facilitó el desplazamiento a quienes buscaban en la Comunidad Valenciana y Cataluña las posibilidades laborales que no conseguían en sus lugares de origen.

Las obras para la variante por La Font de Sant Lluis comenzaron en 1960 con un presupuesto de 71 millones de pesetas, de los que el Ayuntamiento ya había abonado los 12,5 millones acordados, a Renfe le correspondían pagar 5 millones y al Estado hacerse cargo del resto. Incluía un apeadero, una estación de clasificación de vagones y un puente metálico, considerado como provisional, para cruzar el río Turia aguas abajo del Azud del Oro. Gasto al que tuvieron que añadir el del paso superior de la autovía hacia Silla.

Texto de Esteban Gonzalo Rogel
   


           El mismo lugar en noviembre de 2017. Foto de Esteban Gonzalo