sábado, 4 de noviembre de 2017

EL ASILO DE LACTANCIA

Archivo Municipal

El Estado había sido generoso con la cesión de la que iba a ser nueva fábrica de tabacos al Ateneo Mercantil, por ser el organizador de la Exposición Regional de 1909 que en tiempo record construyó sus instalaciones, unas llamadas a ser efímeras, y otras, las menos, a perpetuarse con diferentes objetivos.

Había que corresponder a la cesión de tan importante centro fabril y se pensó en las cigarreras, quienes iban a significar su más importante mano de obra, siguiendo la costumbre romántica que tanto alimentó al genio literario y musical del siglo XIX.

¿Qué mejor dádiva que construir un edificio próximo, donde las cigarreras pudieran dejar a sus hijos en sus primeros años para ser cuidados y alimentados durante su jornada laboral ?

Es así cómo se construye el Asilo de Lactancia, como ya era habitual en otras fábricas de semejante industria. La entonces llamada a desaparecer ante la Glorieta, antigua Aduana, y que se iba a convertir en Palacio de Justicia, durante los años de ejercicio, también tuvo su asilo situado en la parte trasera recayente a la calle Colón.

El arquitecto Ramón Lucini, que había intervenido en la puesta en marcha del tranvía aéreo, fue el encargado de llevar a cabo  su construcción, y como todas las obras de aquella exposición, se hizo en tiempo record, iniciando su obra en el mes de enero de aquel año.

La Casa de Lactancia pasó a propiedad municipal, en la actualidad en funciones de balneario, al aprovechar las aguas termales que siguen manando desde 1930.

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