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jueves, 30 de noviembre de 2017

LO QUE FUE EL PASO A LA MORERÍA

Archivo Rafael Solaz - 1900 Ca.

En el año 1400 la muralla cristiana ordenada por el rey Pedro el Ceremonioso estaba concluida. Hacía dos años que las torres de Serranos habían finalizado sus obras, construidas con piedras de Alginet, Benidorm y Rocafort, bajo la dirección del arquitecto D. Pedro Balaguer.

Así pues, la ciudad contaba con dos murallas: junto a la nueva, la anterior musulmana de la que se conservaban gran parte de sus tramos. De esta guisa, los antiguos arrabales extramuros quedaban en el interior del nuevo cerco, pero aislados del centro de la ciudad, por lo que era de necesidad abrir pasos en la muralla del siglo XI mandada construir por  Abd al Aziz, nieto de Almanzor, para su mejor comunicación con los barrios más concurridos.  El "trencat", que daba paso al mercado, sería el origen de la actual calle Trench, dice la leyenda.

El “barrio de la morería” y por su densidad necesitaba de una conexión más directa, y las puertas de Bab al Qantara y Bab al Hanax no eran suficientes para el ir y venir de sus habitantes al centro de la ciudad de forma directa.

Por esta urgencia fue cuando en 1400 se abrió el portal que debe su nombre a la proximidad de la “Casa Procura del Real Monasterio de Santa María de la Valldigna”, lugar donde los monjes cistercienses ejercían su labor administrativa, o como de residencia en ocasión de su estancia en la ciudad, cuando se trasladaban desde su priorato de Simat. 

Paso que llega a nuestros días con su nombre, tuviera o no puerta: El Portal de Valldigna, siempre tan entrañable como evocador.

martes, 28 de noviembre de 2017

LA CASA DE LAS CORONAS



Archivo Municipal
Con la colaboración de Pep Valencia

La señorial plaza de Alfonso el Magnánimo tiene su origen cuando el Mariscal Suchet, desde su puesto en plaza, tomó la decisión de construir la Glorieta ante el Palacio de la Aduana llevada a cabo años después por el General Elio.

Ya mediados el siglo XIX se tomó la decisión de esponjar aún más la zona con los derribos de una pequeña retícula urbana que albergaba ochenta y cuatro casas. Nació entonces con el nombre de la plaza de la Aduana, popularmente conocido como el jardín del Parterre, como mención del lateral del palacio arriba citado, que después sería fábrica de tabacos, siendo numerosos los cambios en su rotulación.


Archivo Municipal

En la plaza, cuando su nombre era el de la Milicia Nacional, se hallaba una casa, ya en la calle Poeta Quintana, con su huerto, que fue reedificada hacia 1846 con el nombre de “Casa de la Coronas”, que tomaba el mismo por las seis coronas en lo alto de su remate. Se sabe de ella que su huerto albergó desde 1776 la estatua de San Pascual Bailón que había sido derribada por una riada, lo que hace suponer su función como almacén municipal. Tras su restauración, el 9 de julio de 1782, el santo fue nuevamente colocado en su casilicio del Puente del Mar. 

Curiosamente, en el plano de Tosca de 1704, aparece una casa con el mismo emplazamiento en la que se observan seis almenas.

Casa de abolengo que perteneció a D. Juan Cervellón, fue propiedad de los Condes de Trigona en 1909 quienes tras tomar morada comunicaron a sus amistades su nuevo domicilio de Poeta Quintana 1, mediante elegantes tarjetas.

Archivo Municipal

Casa de las Coronas, que junto a su vecino edificio de elegante porte, fueron derribado años después de la riada de 1957, ya en los sesenta, cuando presentaban el aspecto que vemos en las imágenes de los años cuarenta. 

domingo, 26 de noviembre de 2017

PRIMERA PIEDRA EN LA CASA DE LA MISERICORDIA


En el año 1671 continuaban las obras en lo alto del Miguelete para construir una nueva espadaña, en esta ocasión de piedra, toda vez que la anterior de madera se había quemado tras unos fuegos artificiales en ocasión de un festivo y regio acto celebrado en 1657. La lentitud de la obra venía dada por la dificultad para subir los bloque de piedra por la empinada y estrecha escalera de la torre campanario.

Mientras tanto, el 4 de enero del mismo año, el Arzobispo de Valencia Don Ambrosio Ignacio Espinola colocaba la primera piedra para la construcción del Hospicio de Nuestra Señora de la Misericordia.

El edificio que ya desde un principio se intuía como magnífico, situado en el antiguo barrio de la Morería, frente a la antigua mezquita de Alfaqui, convertida en parroquia y vecino a la iglesia de San Miguel, se fue mejorando con los años con importantes mejoras en los siglos XVIII y XIX.

viernes, 24 de noviembre de 2017

UN RESTO DE LA MURALLA CRISTIANA

Archivo Municipal

1950 Ca. Tras el cerco amurallado a la ciudad fundacional romana de Valentia, en el siglo XI, durante el reinado de Abd al-Aziz, se construyó un nuevo lienzo protector que en su orientación sur quedaba al capricho del brazo del río Turia que había dado a la ciudad su carácter de isla fluvial hasta entonces. La desaparición del mismo daría ocasión a la aparición de la futura plaza del Mercado y la calle de las Barcas como lugares de mayor impronta a lo largo de su recorrido, sin olvidarnos del barrio del Carmen en su inicio tras la puerta de Bab Al-Qantara, actual de Serranos.

Pedro el Ceremonioso en 1356 dio las órdenes para construir una nueva muralla cuando las guerras con Castilla, desprotegido el crecimiento urbano de la ciudad que había experimentado durante los tres últimos siglos.

La nueva muralla cristiana cumplió su misión durante cinco siglos tal y como aún puede observarse en la puerta de Quart, con sus “cicatrices de un triunfo”, en la lucha contra los franceses de 1808. Sería en el mismo siglo, en 1865, cuando un 20 de febrero se inició su derribo por la expansión de la ciudad, mientras que su carácter defensivo carecía de sentido.

De aquel cerco protector tan sólo quedan las torres de Serranos y las de Quart, y adherida a estas últimas queda un trozo de su muralla, que por su lugar ajardinado aconsejó su permanencia, como muestra de un lienzo que tras su destrucción dio lugar a la actual ronda de circulación, como primer anillo urbano que envuelve a la ciudad. 

Pequeño trozo de muralla que se observa en esta foto torno a 1950 cuando las torres se vieron sometidas a una importante restauración una vez liberadas de su función de cárcel.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

EL PRIMER SEMÁFORO EN LA CIUDAD


Archivo Municipal

1930 - Con el inicio de los treinta, inaugurado el nuevo Ayuntamiento y la plaza Castelar en su fase final de reordenación urbana, al tiempo que el automóvil iba tomando mayor presencia, se hacían necesarias las señales de tráfico para regularizar el tránsito, acostumbrado el peatón a cruzar las calles a su libre albedrío.

Un punto que merecía mayor atención por su particular trazado y de menor superficie con gran trasiego personal, era el de la plaza de la Reina, cruzada por los vehículos que llegaban tanto por la calle de San Vicente, como de la Paz, desde la Glorieta, o de la Zaragoza, que salían o se dirigían a la plaza consistorial. 

Fue el Conde de Berbedel, en voz del alcalde Sr. Maestre, quien informó en el mes de junio de la inmediata colocación de señales luminosas en el suelo de una isleta frente a la Glorieta, de cuatro postes con luz en el cruce de Paz con Comedias, y de una farola en la plaza de la Reina.

Aún no se conocía el artefacto como semáforo, pero como farola fue inaugurado el primer indicador de tráfico manipulado por un guardia urbano al lado, según la intensidad, que no era mucha, del tráfico motorizado y en especial del paso de los tranvías.

Su inauguración fue anunciada para el lunes 16 de junio y a partir de entonces la mayor dificultad para controlar el tráfico venía de los tranvías, con sus paradas arbitrarias, según denunciaba Las Provincias que se manifestaba en este sentido “Enfrente de la casa Amador, en la calle de San Vicente, hay una parada. Los que vienen de Olympia muy bien que allí paren; pero no así los que van hacia Olympia, que parando en la referida parada, constituyen un tapón que esteriliza en absoluto la labor reguladora automático-manual de la farola luminosa de la plaza de la Reina".

La foto de aquellos años nos muestra el primer semáforo instalado en la ciudad, junto al urbano para su funcionamiento.
  

lunes, 20 de noviembre de 2017

EL RELOJ DE SANTA CATALINA


Archivo Rafael Solaz - 1918

El Teniente alcalde del Distrito de Museo, D. Rafael Criado, lo tenía muy claro y nada más comenzar el año 1914 hizo llamar la atención sobre la conveniencia, más bien la necesidad, de dotar a la ciudad de un reloj que tuviera mayor visibilidad en un lugar céntrico y de máxima afluencia urbana. Puso su mirada en lo alto de la Torre de Santa Catalina.

El reloj del Miguelete, por lo contrario, al ser de visión escasa, junto a su localización en una calle corta y estrecha, daba mayor solvencia a su propuesta, que a su vez por su estado viejo y defectuoso, no hacía más que reforzar su iniciativa que en primera instancia fue aceptada por la comisión municipal.

Su instalación no implicaba más gasto que el de su instalación, toda vez que el Ayuntamiento, en 1911, había adquirido un reloj por un importe de 1500 pts que estaba a la espera de su destino.

Sin embargo, tuvo que transcurrir todo el año y no sería hasta el 22 de Diciembre de 1914 cuando el Diario de Valencia anunciaba que el reloj ya se había instalado en el campanario de  Santa Catalina, detallando que “la caja con la esfera ha sido colocada sobre un marco de piedra artificial que imita perfectamente el color y estilo de la esbelta torre”.

Fecha ésta en la que el Ayuntamiento acordó la recepción del reloj. Se acercaban las fiestas de Navidad y Fin de año y el lugar era el inmejorable para recibir a uno nuevo.

La foto de unos pocos años después nos muestra su aspecto ante uno de los puntos de mayor tránsito en la ciudad. 

sábado, 18 de noviembre de 2017

PROYECTOS Y MÁS PROYECTOS, LA FALLA DEL SO QUELO DEL AÑO 1956

Archivo Junta Central Fallera

“Proyectos y más proyectos” fue el lema oficial de la falla, construida por el artista Vicente Pallardó Latorre y plantada en la plaza del Caudillo (actual del Ayuntamiento) en marzo de 1956. En la parte central había un valenciano emulando a Sansón derribando unas columnas que habían partido en dos trozos el edificio principal de la Estación del Norte. Aludía a que en pos del progreso la ciudad debía crecer y derribar lo que entorpeciera su expansión, que en el caso de la referida estación era el retranqueo de las instalaciones hacia el sur, derribar la terminal ferroviaria y en su lugar una avenida con edificios. En la misma línea estaba el estudio de ese año de la Diputación para trasladar la plaza de toros y descongestionar el tráfico, escasísimo entonces, prolongando las calles Cirilo Amorós y Ribera y posibilitando la construcción de numerosos edificios, que era lo que se perseguía, la especulación urbanística, que la falla denunciaba en la gallina de los huevos de oro y otras escenas. Especuladores a los que se les permitió derribar edificios, algunos arquitectónicamente valiosos, en esa década y en las dos siguientes.

Afortunadamente tanto la plaza de toros como la estación sobrevivieron a esa época por los grandes desastres económicos que supusieron las oleadas de frío polar en febrero de 1956, que helaron 1,5 millones de toneladas de naranjas con unas pérdidas que con todas las derivaciones redujeron en más de 22.000 millones de pesetas la renta nacional, y las riadas del año siguiente en la ciudad de Valencia.


Archivo Junta Central Fallera

El coso taurino se libró pero la estación tuvo la última andanada en los años setenta y se libró del retranqueo de las instalaciones y el derribo de los edificios por las protestas del Colegio de Arquitectos de Valencia y de los medios de comunicación que fomentaron la concienciación ciudadana para proteger su existencia.

Vicente Pallardó Latorre fue el artista fallero de mayor renombre entre los años 50 y 60 del siglo pasado, y protagonista junto con Regino Más y Modesto González para conseguir en 1946 que las Fallas fueran declaradas Fiestas de Arte de Interés Nacional.


Texto de Esteban Gonzalo Rogel

jueves, 16 de noviembre de 2017

LA PLAZA MARQUÉS DE ESTELLA


Archivo Municipal (1925)

En el recuerdo historiográfico del lugar tan sólo queda próximo el nombre del paseo de la Ciudadela. Lugar cercano a la entonces existente puerta del Mar, es el punto donde se emplazó como fortaleza defensiva la Casa de las Armas, donde se guardaban además de sus municiones los cañones para proteger la ciudad por decisión del marqués de Mondejar, virrey de Valencia, cuando transcurría el año 1574.

Su función militar se mantuvo durante varios siglos que se vio reforzada con la construcción de un torreón, tras la Guerra de Sucesión, ubicado en el interior de la muralla, que derribada en 1865, años después, iniciado el siglo XX, en 1901, los valencianos vieron cómo se derribaba la Ciudadela.

No obstante, la zona frente al Llano del Remedio había mantenido su aspecto militar con el Cuartel de Artillería construido al inicio de la última década del XIX.

En 1925 con la construcción de una plaza circular, tomó ésta el nombre del Marqués de Estella, presentando la antigua Ciudadela, con anterioridad Casa de las Armas, el aspecto que nos ofrece la imagen.


martes, 14 de noviembre de 2017

HIJO ADOPTIVO

Archivo Municipal

La figura del hijo adoptivo es un recurso potestad de los ayuntamientos y otras instituciones para honrar  aquellas personalidades que han destacado por diferentes motivos en beneficio de la ciudad, tanto en el mundo de la docencia, gubernativo, social en sus diferentes manifestaciones, religioso o político; aunque sea en este último caso la circunstancia más adictiva tanto para su nominación como para su repudio según los avatares de la historia.

 Su distinción recae sobre la Comisión Permanente municipal, o la que corresponda, que en un momento dado toma la decisión de su nombramiento a quien mereciendolo, no hubiese nacido en la ciudad. Se suele acompañar en el ámbito local con la inclusión de su nombre en el nomenclátor, y por su rango, la vía elegida será de mayor o menor importancia: desde una gran y céntrica plaza o avenida hasta una sencilla calle como recuerdo del ilustre personaje. 

Es el caso del doctor D. Fernando Rodríguez González Fornos, natural de Salamanca, a quien el secretario del Ayuntamiento certificó el 18 de marzo de 1931 como Hijo Adoptivo de Valencia en "mérito a su autoridad científica, cultural, y meritisima labor sanitaria".
     

domingo, 12 de noviembre de 2017

UNA LÁPIDA A JOSÉ CANALEJAS, QUIEN HABÍA SIDO PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Archivo Municipal

1930 - Se cumplían dieciocho años del asesinato del Presidente de Gobierno José Canalejas, y el Alcalde José Maestre se dirigía a su hijo el Conde de Canalejas, momentos antes de descubrir una placa en la fachada del Palacio de Correos y Telégrafos, exaltando la figura de su padre a quién Valencia tenía mucho que agradecer, en cumplimiento de un acuerdo municipal del 30 de agosto pasado, que establecía el 12 de noviembre, aniversario de su muerte, para llevarlo a su ejecución.

En su alocución, tras recordar su presencia en 1893 como mantenedor de los Juegos Florales, y agradecer sus apoyos a las muchas reivindicaciones de la ciudad, hizo hincapié en su resolución para conseguir una subvención de dos millones de pesetas cuando la Exposición Nacional de 1910; continuaba en lo mismo, tanto en cuanto significó su decisión para el inicio de la construcción del Palacio de Correos, al igual que para la puesta en marcha del FFCC directo a la capital, con la realización de la subasta para su construcción, que tal vez se hubiese concluido de no ser por su muerte. 

Finalmente le agradeció la cesión a la ciudad del lago de la Albufera y de la Dehesa, para rubricar sus palabras para expresar que el acto no lo era por gratitud, sino por justicia.

De inmediato, y a los acordes de la Marcha Regional, el alcalde descubrió la lápida, para tomar, finalmente, la palabra el hijo del homenajeado -instante que vemos en la foto- quien habló de la personalidad y dedicación de su padre en su tarea de gobierno, terminando con estas palabras: “Ante el encanto de esta maravillosa ciudad, yo comprendo aquellos anhelos de mi padre como político y como hombre”.

Archivo Municipal

Con un impresionante aplauso de la concurrencia  y los acordes de “L'entra de la murta” se dio por finalizado un acto que tuvo su inicio en una numerosa comitiva, presidida por el Alcalde, que se había iniciado en el Ayuntamiento, con la participación de todas las clases sociales, representadas por las personalidades más significativas.

viernes, 10 de noviembre de 2017

LA ESTACIÓN DEL NORTE Y LAS ALCO AMERICANAS, UN COMPADREO DE MEDIO SIGLO.


Foto de los años sesenta en Valencia. Autor desconocido. 

Archivo Esteban Gonzalo. 

La apertura al servicio de la nueva estación de Valencia fue una mejora muy importante como también la incorporación de nuevas locomotoras en 1917 para agilizar, principalmente los servicios de viajeros, en las líneas de Norte, ex AVT, entre Almansa y Tarragona, extremos donde los trenes continuaban hasta Madrid y Barcelona, respectivamente, por vías de la compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante).

Quienes tenemos más de sesenta años tuvimos ocasión de escuchar en la Estación del Norte o cuando los trenes cruzaban la avenida Peris y Valero, el puente de hierro, la avenida del Puerto y la estación del Cabanyal, un pitido de locomotora diferente al de las restantes del parque de tracción pero igual a las que remolcaban los convoyes norteamericanos que veíamos en películas de Hollywood.

Eran las americanas, con aro de latón en la corta chimenea y varias tiras de ese metal embelleciendo la caldera, que adquirió la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, la Norte, a la American Locomotiv Company (ALCO) de Estados Unidos, ya que con el estallido de la Gran Guerra no había posibilidades de encargar la construcción de material ferroviario a empresas europeas.

Un lote de 55 locomotoras de vapor tipo 1-4-1 (seis ejes siendo motrices los cuatro centrales) que Norte repartió entre sus depósitos de Valencia y ciudades gallegas. Fueron las únicas de ese tipo de rodaje con ténder en la vía ancha española hasta que Renfe adquirió 242 Mikados entre los años 1953 y 1960.

Las antiguas americanas fueron jubiladas en la red ferroviaria española a partir de 1964, aunque algunas aún remolcaban trenes en 1967, ya que al parecer Renfe no consideró rentable transformarlas para que quemaran fuel en lugar de carbón, al tener suficiente material más moderno y estar comenzando la masiva sustitución de las locomotoras de vapor por las diésel y las eléctricas.

La centenaria 141-2001 está preservada en el Museo Nacional Ferroviario de Madrid-Delicias.

Texto de Esteban Gonzalo Rogel

miércoles, 8 de noviembre de 2017

LA CIUDAD DE LAS MIL TORRES

Archivo Rafael Solaz

Gran parte de la cartografía de la ciudad de Valencia está orientada tomando como pedestal el cauce del río Turia. Así lo plasmó Wyngaerde en su "real encargo" del siglo XVI, la primera representación gráfica de la ciudad con el río Turia en primer término que abraza la urbe y la perspectiva del mar al fondo por el que se explaya.

Obedece ello al origen fundacional de la ciudad cuando el discurrir del río se abre en dos brazos y un cónsul romano fija su mirada en el centro de una isla fluvial.

Pero tras el pintor flamenco la ciudad crece, y en especial hacia lo alto, sumando a sus vetustas torres nuevas cúpulas y campanarios que alcanzaría su impronta a mediados del XIX como se muestra exuberante en la xirografía anónima que ofreció la revista el Liceo Valenciano en 1841.

Paredones, pretiles y bolas; puentes, casilicios y escalinatas; un friso de vida ante una ciudad, "la de las mil torres”, que como tal reconocieron los viajeros de antiguo que llegaban hasta los pies de su muralla.

lunes, 6 de noviembre de 2017

CASA DE LA BENEFICENCIA, SUS PRIMEROS PASOS

Archivo Municipal 

1950 Ca - A finales del XVIII con la creación de la Sociedad de Amigos del País (1776), surge de la misma la necesidad de crear centros de acogida con el fin de socorrer y ocupar al indigente y desvalido.

Ya en 1801 el Marqués de Varela, vicedirector de la Sociedad, se lamentaba del fracaso de una tentativa en la ciudad que no prosperó; pese a ello, aquel fue el primer intento que con el tiempo daría el resultado de la Casa de la Beneficencia de Valencia. 

Pasados unos años era en Sagunto donde en 1815 ya funcionaba un hospicio con ese nombre. El Teniente General Francisco Javier Elio, pensando en ello, quiso poner en marcha la idea de la Sociedad con un centro a cargo del capitán Juan Albi. Sus primero recursos, aparte las limosnas y la cuestación por barrios, vinieron del arzobispo Veremundo Arias. Tuvo éxito el establecimiento situado en San Pio V, pero con la muerte de Elio, prácticamente se extinguió la idea.

Sería en 1826 con D. José O’Donell como Capitán General, cuando se retoma la idea y crea la Junta de Beneficencia fijando la sede en la actual plaza de San Esteban, utilizando como capilla la que había sido del cementerio junto a la iglesia, por lo que se puede considerar como el inicio formal de la Casa, que fue visitada por los reyes, otorgando su patrocinio.

La citada Junta, desde 1834, fue presidida por el Gobernador Civil de la provincia, y desde 1845 por el alcalde de Valencia. Al resultar insuficiente pese a las reformas del edificio de la plaza de San Esteban, el Ayuntamiento solicitó al Estado las instalaciones del que había sido Convento de la Corona, pese al lamentable estado tras la exclaustración, al que hizo frente la Junta con la necesaria reforma, utilizando como iglesia la de los Padres Recoletos, efectuándose el traslado de los acogidos en 1841.

Fecha importante de la Casa de la Beneficencia fue en 1873 cuando por iniciativa del sacerdote Juan de Dios Montañés, director espiritual del establecimiento, la Diputación acordó la instalación de las hermanas Hijas de la Caridad para su buen funcionamiento. 

Se llevó a cabo una importante remodelación y la construcción en su interior de la iglesia neobizantina, obra del arquitecto Joaquín María Belda, inaugurada el 6 de diciembre de 1883.

sábado, 4 de noviembre de 2017

EL ASILO DE LACTANCIA

Archivo Municipal

El Estado había sido generoso con la cesión de la que iba a ser nueva fábrica de tabacos al Ateneo Mercantil, por ser el organizador de la Exposición Regional de 1909 que en tiempo record construyó sus instalaciones, unas llamadas a ser efímeras, y otras, las menos, a perpetuarse con diferentes objetivos.

Había que corresponder a la cesión de tan importante centro fabril y se pensó en las cigarreras, quienes iban a significar su más importante mano de obra, siguiendo la costumbre romántica que tanto alimentó al genio literario y musical del siglo XIX.

¿Qué mejor dádiva que construir un edificio próximo, donde las cigarreras pudieran dejar a sus hijos en sus primeros años para ser cuidados y alimentados durante su jornada laboral ?

Es así cómo se construye el Asilo de Lactancia, como ya era habitual en otras fábricas de semejante industria. La entonces llamada a desaparecer ante la Glorieta, antigua Aduana, y que se iba a convertir en Palacio de Justicia, durante los años de ejercicio, también tuvo su asilo situado en la parte trasera recayente a la calle Colón.

El arquitecto Ramón Lucini, que había intervenido en la puesta en marcha del tranvía aéreo, fue el encargado de llevar a cabo  su construcción, y como todas las obras de aquella exposición, se hizo en tiempo record, iniciando su obra en el mes de enero de aquel año.

La Casa de Lactancia pasó a propiedad municipal, en la actualidad en funciones de balneario, al aprovechar las aguas termales que siguen manando desde 1930.

jueves, 2 de noviembre de 2017

LUIS FULLANA, CELO Y VIGILANCIA


La "Renaixensa Valenciana" se había iniciado en las dos últimas décadas del siglo XIX bajo el impulso de Lo Rat Penat, entidad cultural que en lo sustancial agrupaba todas las tendencias sociales. Con el inicio del siglo XX cada vez eran más quienes llevaban al "negro sobre blanco" y en valenciana lengua sus inquietudes sociales, costumbristas, narrativas, pero desnudos de unas reglas ortográficas que pusieran en orden y concierto tanto la prosa como la rima, que en aquel momento y en su anarquía se enmarcan bajo dos formas diferenciadas: “els escrits de espardenya i els de guant blanc”, siendo necesaria la uniformidad lingüística.

Este fue el reto que recayó sobre el franciscano y acreditado filólogo Luis Fullana quien centró sus conocimientos de la Lengua Valenciana para crear unas normas léxicas y ortográficas que serían  aceptadas por todos en base a su contrastada autoridad que había puesto al servicio de Lo Rat Penat.

En 1916 y tras años de trabajo y dedicación dio a conocer el fruto de su obra, con el reconocimiento años más tarde por parte de la Real Academia de la Lengua al otorgarle con todos los honores el 11 de noviembre de 1928 un sillón en su seno como representante de la Lengua Valenciana, mientras que la Universidad de Valencia creaba las cátedras de valenciano.

El viejo sueño decimonónico de Teodoro Llorente y Constantí Llombart era una realidad. 

Sin embargo, la fecha de 21 de diciembre de 1932 significó un antes y un después, pues las Normas de Castellón al socaire de intereses ajenos al viejo Reino de Valencia, “calcó” del Instituto de Estudios Catalanes una nueva normativa, extraña y ajena a la singularidad valenciana, y más aún peor, a espaldas a Lo Rat Penat: la entidad que había dado a nuestra lengua su mayor reconocimiento cultural, y, que sin embargo, ni fue consultada ni invitada a su participación. 



No obstante, lo hizo por su celo y vigilancia que el lenguaje valenciano le merecía. A título personal, el gran filólogo franciscano Luis Fullana tuvo interés en rubricar su articulado, toda vez que creía que las mismas estaban sometidas a su posterior revisión, tal y como dejó expreso de su puño y letra sobre las “normas de Castellón”.