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sábado, 26 de noviembre de 2016

SI LOS PIES DEJARAN HUELLAS. ESCOLAPIOS ILUSTRES.


1920 - No me refiero a huellas de barro o similares;  más bien a huellas atemporales, de personas que pisaron las mismas baldosas que ahora mismo estoy pisando, pero no distanciadas en el tiempo.

Hace algunos meses, escribí un artículo, sobre el viejo caserón, ¡si ese!, el de la calle Carniceros ¡si ese!

El Colegio de las Escuelas Pias; pensé, qué pasaría si entrara en él, por su zaguán, y al llegar a la verja de hierro, me paro, me  vuelvo, y me traslado en el tiempo, pero un tiempo resumido en un momento, donde lo que menos importa son los años, sino los personajes, todos de la misma edad, todos a clase, con sus cartapacios, carteras o mochilas,… qué vería…? ¿Estoy soñando?...


Vería entrar por la misma puerta a Don Vicente Blasco Ibáñez, éste el primero, porque allí al lado vivía, y que todavía no pensaba en sus novelas; al Cardenal Benlloch, también vecino cercano del viejo caserón, se hacía paso entre las gentes, diciendo “lloc, lloc a Benlloch”; al mismo Benlliure; al ceramista D. Manuel González Martí, al que todavía lo ví, ya mayor, por aquí; al marino Ciscar, si, si, el de la calle Gabriel Ciscar y Císcar, que luchó contra el francés; al Pintor Domingo, que luce calle en el barrio; al mimo obispo Amigó (don Luis) tantas veces nombrado en tiempos de fallas; a José Luis Villar Palasí el que fuera ministro; a Joaquín Manuel Fos, alcalde del barrio de Velluters, y sedero; al político Amalio Gimeno, muchas veces leído en fotografías antiguas; a José Bodria y Roig, poeta, narrador y cofundador de Lo Rat Penat; a Don Vicente Mortes Alfonso de Paterna él, y Ministro  de la Vivienda; Don Félix Pizcueta médico y político; a Constantí Llombart de la Renaixança; otros como Don. José Amérigo que dieron clases en al Colegio.

Haría una lista mucho más larga, pero las limitaciones del blog lo impiden.

Cuando muchos años después, entré por esa misma puerta, que mis antecesores entraron, miré al suelo, y no vi huellas de sus pies, parecía que solamente era yo, el que había entrado por primera vez, y me di cuenta, que los pies no dejan huellas, o ¿si?...

Texto de Germán Gómez

Fotos de Amparo Cerverón Lleó.

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