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jueves, 14 de abril de 2016

DESAGRAVIO A BLASCO IBÁÑEZ

Archivo Municipal

1932 - En el primer aniversario de la proclamación de la II República el Ayuntamiento quiso rendir homenaje a Vicente Blasco mediante la colocación de una lápida en la Avenida de su nombre. Y en justo desagravio fue colocada la misma que había existido en la antigua plaza Cajeros, obra de Vicente Benedito. El periódico Pueblo, como no podía ser de otra manera, dedicó amplia información al acto, recordando el tiempo y maneras en que fue retirada de su anterior ubicación una vez iniciado el mandato municipal de Luis Oliag (1924/1927), donde había figurado desde su instalación en mayo de 1921, año en el que la plaza Cajeros tomó el nombre del escritor valenciano, cuando hasta última hora estaba previsto que fuera la plaza de la Reina la indicada para el cambio de nombre.

El redactor de El Pueblo recordando el hecho, en su crónica del día siguiente, no tenía pelos en su máquina de redacción para aseverar que “de aquellos hombres de la dictadura que más odio mostraron a Blasco Ibáñez, fueron el Alcalde Oliag, el arquitecto de los jesuitas Peris y el cebollero Miralles, que quería, cuando era arrancada la lápida rotuladora, que el sobrestante encargado de la operación dejase mal embragada la lápida para que cayera contra el pavimento y quedase destruida”. También hacía mención a los Sres. Vicente Maicas y el Marqués de Caro en su elogio, quienes se opusieron ante lo que consideraban un agravio a Vicente Blasco Ibáñez, votando en contra y presentando su dimisión como concejales.

Archivo Municipal

De esta guisa, la placa pasó al "Almacén de los Olvidados" hasta que con el cambio político de años después y con su necesaria modificación, ocupó nuevo emplazamiento en lugar muy cercano. Si antes daba nombre a una pequeña plaza, ahora lo haría a una amplia avenida. 

El día elegido para el desagravio fue el 14 abril. Inmediata a la plaza Castelar, la avenida dedicada a D. Vicente presentaba un magnífico aspecto ante una multitud que se podía considerar en “muchos miles de personas”, según citaba El Pueblo. 

Ante la tribuna, repleta de personalidades del mundo politico, social y cultural, se concentraron representaciones de todos los casinos republicanos de Valencia, con sus banderas y estandartes que superaron el centenar. Ante el entusiasmo de los asistentes se descubrió la lápida a los acordes de la Banda Municipal con el Himno de Riego acompañado de clarines y timbales. Vicente Alfaro, el Alcalde, entre vivas a Valencia, a Blasco Ibáñez y a la República, pronunció un discurso que a petición del público lo hizo en valenciano.

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