1920 - Diciembre - Las Provincias
sábado, 31 de diciembre de 2016
viernes, 30 de diciembre de 2016
EL PUENTE DE LA EXPOSICIÓN
Archivo Municipal
1935 Ca. - El evento se lo merecía. Un puente por y para la Exposición Regional de 1909. Su nombre no podía ser otro.
Construido en tiempo récord, las obras comenzaron un 13 de
enero de aquel año para ser inaugurado el 22 de mayo por el Rey Alfonso
XIII, cuando las pruebas de carga se habían realizado el día anterior y aún
quedaban algunos andamiajes bajo los ojos del mismo, que serían retirados el 14
de junio.
El proyecto, otorgado al ingeniero José Aubán, fue construido en
hormigón armado con la particularidad de que fue el primero en su técnica. En un
principio se pensó fuera de peaje para atender los numerosos gastos que la
puesta en marcha de la Exposición exigía, pero se desistió en la idea por
impopular. Su importe alcanzó tras el sobrecoste correspondiente -ya existían
entonces- las cantidad de 143.500 pesetas, cuando las dificultades económicas
de la Exposición eran enormes.
El puente, que sería conocido como de la Exposición, en su
inicio Pasarela, había tenido como precedente las que cada año se instalaban
mediante tablones de madera para el acceso a la Feria de Julio en el mismo
lugar.
Construido para permanecer en el tiempo, como lo fueron también el Pabellón
Municipal y la Casa de la Lactancia, en exclusiva los tres, sufrió la tragedia de la
riada de 1957. Destruido en su centro peatonal que impedía el paso, tuvo una importante
remodelación con escaleras en sus extremos.
En años setenta fue abierto al tráfico rodado, para ser derribado
en 1994, reemplazado por el conocido puente llamado popularmente “de la
peineta”, de Santiago Calatrava; vio pasar los primeros vehículos en marzo de
1995.
La Exposición dio modernidad a la zona y con la actual
estructura de su puente, se confirma en el tiempo.
Bibliografía: "Valencia 1909, La Exposicion Regional Valenciana" de F. Pérez Puche
Bibliografía: "Valencia 1909, La Exposicion Regional Valenciana" de F. Pérez Puche
jueves, 29 de diciembre de 2016
miércoles, 28 de diciembre de 2016
EL BARQUERO
Archivo Municipal
1935 - En los años treinta desde la zona de Monte Olivete a Nazaret
la oferta del barquero era frecuente. Ya inaugurado el puente de Aragón, éste
era el último paso hacia “la otra parte del río”, pues el puente de Nazaret,
que en un principio estaba llamado a ser nominado como “del Príncipe de Asturias”,
quedaba muy alejado.
Cauce que por su proximidad a la desembocadura, a las pocas
aguas que le llegaban se sumaban las del mar en su impulso al interior.
Había pues que recurrir "al barquero" para que desde Monte Olivete cruzar las
aguas hacia una zona muy industrial, donde las chimeneas formaban parte
de su paisaje.
Barcas de percha semejantes a la de la Albufera que daban
muy buen jornal a sus dueños, quienes aprovechando la faena dejaban sus redes
en el fondo del río donde la abundancia de anguilas iban a contribuir con muy
buen resultado al sustento familiar.
La imagen de 1935 es el fiel reflejo de la actividad en la
zona, mientras que la ausencia del barquero nos indica la festividad del dia
que se anuncia en el almanaque.
martes, 27 de diciembre de 2016
lunes, 26 de diciembre de 2016
LA PECHINA: UN HALLAZGO
Archivo Municipal
1928 - El paseo de la Pechina que discurre junto el margen derecho del cauce del Turia
desde su linde con Mislata hasta el cruce con Guillén de Castro es prolijo en
elementos decorativos sobre el pretil del río, algunos de gran interés artístico, incluso documental,
entre los que no faltan los incrustados bancos de piedra o canapés y frontones con sus alegorías situados sobre el pretil
del río.
No extraña pues que en una de las rampas de acceso al cauce,
la situada frente a la trasera del Jardín Botánico, nos encontremos con una
monumental piedra en forma de concha que recibe el nombre de Pechina; de tal
guisa, que en la misma se considera la razón que denomina al paseo.
Enterrada por el cieno fluvial, en el mes de junio de 1928, y tras una excavación, se dio con ella, lo que motivó un peregrinaje de los más
curiosos al lugar del hallazgo, desconociendo su origen.
El vespertino La Correspondencia informaba del sorprendente descubrimiento,
se alarmaba al mismo tiempo ante el rumor de que la “pechina” iba a ser
traslada a los Viveros, tal y como se venían haciendo con otras artísticas
piedras del mismo paseo, en lugar de
mejorar su aspecto para el disfrute ciudadano.
Insistía el redactor que las viejas piedras deberían
permanecer en el punto para el que fueron labradas, zona antaño señorial y en
la actualidad “apartados parajes de la ciudad … visitados por tan gran cantidad
de público, que parecía tratarse de una romería”.
Ello, al ser considerado el
hallazgo como “un alarde de arte en piedra muy propio de los grandes
valencianos que hicieron la “obra del riu””.
domingo, 25 de diciembre de 2016
EL CENTENARIO MERCADO COLÓN
El Mercado Colón, monumento nacional desde el 2007, destaca
espectacularmente en un rectángulo contorneado por las calles Cirilo Amorós,
Jorge Juan, Conde Salvatierra de Álava y Martínez Ferrando del primer Ensanche
capitalino.
Pedido por propietarios y vecinos al Ayuntamiento a finales
del siglo XIX, fue proyectado en 1913 por el arquitecto valenciano Francisco
Mora Berenguer (Sagunto 1875-Ribera de Cabanes 1961) quien nombró arquitecto de
las obras, realizadas entre los años 1914 y 1916, al también arquitecto
valenciano Demetrio Ribes, por su experiencia en el manejo de las estructuras
metálicas para estaciones de tren y coincidiendo que éste era el autor del
proyecto de la Estación para la Compañía del Norte en Valencia, que el próximo
año también llegará a centenaria.
Fue inaugurado el día de Nochebuena del año 1916 con gran solemnidad según las crónicas de los diarios de entonces. Elena Durá, elegida
Reina del Mercado, cortó la cinta inaugural al término de una cabalgata con
largo recorrido urbano que encabezó la policía municipal montada, clarines y
timbales y la Roca La Fama, y siguió con carrozas publicitando la calidad de
las carnes, pescados, frutas, hortalizas y legumbres que vendían en los
mercados de la ciudad, otra especial y alegórica de Valencia con la Reina y su
Corte de Amor, y cerró el cortejo la banda municipal.
Un mercado de traza rectangular cuya estructura está
conformada por dos testeros de obra y entre ambos tres marquesinas de hierro de
18 metros de altura la central y de 7,70 m. cada una de las laterales en forma
de Y, sin paramentos laterales, en plan higienista de las corrientes saludables
desde mitad del siglo XIX. Contornea el edificio una verja de fundición sobre
paramentos de piedra con ocho puertas metálicas para facilitar la llegada y
salida a los clientes.
La fachada oeste, la correspondiente a la calle Jorge Juan,
está compuesta por un gran arco y una galería de tres cuerpos, construidos con
ladrillo rojo cara vista y decorados con piedra, trencadís y mosaicos de inspiración
veneciana sobre tópicos de la huerta valenciana, mientras la del este,
recayente a la calle Conde Salvatierra de Álava, tiene menos decoración pero un
gran tímpano o frontis curvo de cristal y hierro entre dos torres cúpula
ovoides muy gaudianas.
La importante actividad inicial del mercado fue
languideciendo cuando avanzada la segunda mitad del siglo XX se juntaron la
falta de mantenimiento de las instalaciones que disuadía la continuación
generacional de los vendedores y la llegada de clientes y la competencia de los
supermercados e hipermercados. Fue necesaria una gran obra de recuperación para
librar al edificio de la ruina y remodelarlo para que la denominada joya
modernista del Ensanche tuviera nueva dedicación compaginando usos comerciales,
culturales y de ocio. Tras doce años de dilaciones las obras comenzaron en el
año 2000 para recalzar y consolidar su deteriorada cimentación de 1916, excavar
un semisótano comercial y tres plantas de estacionamiento, rehabilitar las
grandes cubiertas metálicas y sus columnas sustentadoras de fundición, y
devolver a los testeros el colorido de sus bellos mosaicos y decoraciones con
reposiciones de trencadís y algunas esculturas.
El “nuevo” mercado de Colón, es desde el 2003 un delicioso
lugar urbano con cafeterías, horchaterías y puestos de flores y recuerdos en la
cota cero, mientras en el semisótano mantienen las esencias comerciales grandes
y bien surtidas charcutería, pescadería, carnicería y frutería, que comparten
espacio con acreditados establecimientos de restauración.
Nueva etapa que comenzó el 28 de marzo de 2003, cuando la
entonces alcaldesa Rita Barberá Nolla, recientemente fallecida, presidió la recuperación para la ciudad del
emblemático mercado, que fue rehabilitado por Dragados y Necso con un coste de
35 millones de euros. Empresas que se encontraron con una estructura deformada,
fachadas con hasta 9 cm. de desnivel, tubos carcomidos y necesidad de disolver
las sales de los ladrillos cara vista.
Formando parte del programa de actos “Cien años de sabor” el
pasado día 13 de diciembre hubo rememoración de la inauguración con actores
vestidos como en 1916, música, bailes, y las veteranas vendedoras María
Soledad, Dolores Pons y Fina, cuya tercera generación en las dos primeras y la
cuarta en el caso de Fina regentan las paradas actuales, cortaron la cinta
inaugural del centenario, como hizo Elena Durá el 24 de diciembre de 1916, el
día de la inauguración oficial.
El Mercado Colón, junto con la Estación del Norte y el
Mercado Central, que tendrá que esperar hasta 2028 para celebrar el centenario
de su inauguración, son los tres iconos más importantes del modernismo de los
primeros decenios del siglo veinte en la ciudad de Valencia.
Según Steve Anderson, Presidente de la Asociación de
Comerciantes del Mercado de Colón, han sabido adaptarse a los tiempos y han
mantenido sus valores: un producto fantástico y el compromiso con los clientes.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
sábado, 24 de diciembre de 2016
DE ESQUINA A ESQUINA. DE BARCAS A CORREOS.
1957 - De las “ciudades”, se
nombran monumentos, edificios, fuentes, jardines, o sus espacios exteriores, donde hemos paseado,
quedado, o tal vez, sólo mirando quién pasa.
Curioso sería pasear por uno de esos lugares, que bien pudiera ser de
esquina a esquina, recordando sus comercios, sus gentes, o sólo a sus
paseantes. Y por qué no, desde Barcas a Correos, lugar céntrico, de paso y
quedadas.
En la misma esquina con Barcas,
la ferretería de Ernesto Ferrer; ubicó Valencia dos en su misma
plaza, ésta y la de Blasco, la
de Los Sótanos; gozada era caminar aquella por su interior, todos los artículos
propios de su sector y también juguetería y bicicletas, que incrementaban sus
ofertas con la llegada de las Navidades y Reyes, un verdadero festín visual para
los visitantes y clientes. En una vivienda de un piso superior, estaba la
clínica de D. Eduardo Wieden, oftalmólogo de familiar prestigio,
que se anunciaba como “clínica operatoria”, ya instalado allí desde 1915, (por
cierto ese año se inauguraba el Teatro Olympia).
Retomando nuestro paseo y en
dirección a la otra nuestra esquina de Correos, pensamos que alguien alguna vez
nos dijo, si no encuentras un libro, mira en Maraguat, y con sus escaparates
nos topamos, Librería Maraguat, libros de todas las especialidades, sobre todo
los variados libros de texto. Las Guerra de las Galias, recuerdo, uno de los de mayor salida en su época, porque, quién era capaz de
traducir del latín el contenido de ese libro,
sino comprarlo ya traducido al español y hacer un copia y pega, para
nuestros estudios en esa lengua.
Sigamos la andadura, bajo unos
árboles que algo nos protegen del sol. Entramos en el Estanco o Expendeduría número 28 de Tabacalera S.A., y que por el céntrico lugar donde se encontraba,
era una de las que más vendían en Valencia, sobre todo sus variados puros, las
tardes que había corrida de toros.
Avanzo unos pasos, hay cambio de
finca y de negocios, estoy frente al edificio Noguera construido en 1909 por el
arquitecto Francisco Mora, y fue allí, donde puso su residencia precisamente el
insigne arquitecto; el del mercado de Colón y otros conocidos edificios; allí
vivía también su hijo Carlos Mora el aparejador, quienes un frío día de Enero de 1961, tuvieron un desgraciado
accidente de coche en la carretera de Barcelona, falleciendo ambos.
La andadura sigamos y estamos
frente al edificio Suay de 1910, ¡vaya!, también de Francisco Mora éste bello
edificio. Y a ras de acera vemos Casa Bello, el lotero, y como él se anunciaba,
“representante de loterías, papelería y artículos para fumador”. Local siempre
con gente tentando a la suerte en eso de las loterías. Cobrar premios, comprar décimos para el próximo sorteo del Niño, aunque esos compradores, aún tendrían que esperar dos años, hasta 1959, para que el gordo saliera en Valencia.
Y
colindante a casa Bello, y conformando la redondeada esquina del
edificio, Calzados La Imperial S.A.,
ofreciendo siempre calzados de última moda.
Ha sido un paseo de cortos
metros, por un sitio emblemático de la Ciudad de Valencia, que aún tenemos la
oportunidad de hacerlo y recordar.
Y como lugar de encuentro como al principio de nuestro paseo digo, Julio y yo mismo y todos los colaboradores de este blog, y dando un salto de casi 60 años en el tiempo, FELICITAMOS a todos los seguidores de éste blog de VALENCIA EN BLANCO Y NEGRO en éstas Fiestas de Navidad y Año Nuevo.
Texto de Germán Gómez.
viernes, 23 de diciembre de 2016
jueves, 22 de diciembre de 2016
UNA PARTICIPACIÓN DE 1950
La Falla del Mercado Central vendió participaciones para el
sorteo de Navidad de 1950 con impresión en color que tenía como adorno
principal una reproducción pictórica de Martínez Forment sobre la plaza del
Mercado en el siglo XVIII, y como complementaria las Torres de Serranos y
alegorías a la ciega suerte de los sorteos y a la abundancia, entonces escasa
para la mayoría de los habitantes.
Una papeleta de cuatro pesetas, por la que pagarían cinco,
que imprimió la Tipografía Baquero Fenollera de Alboraya.
La citada fracción fue vendida por el entonces muy conocido
Bazar Juanito, que regentaba mi tío Juan Rogel Guitarte en la esquina de las
calles Trench y Derechos.
Las participaciones muy artísticas tenían la ventaja, eso
esperaban en las comisiones, que si correspondía devolución de lo jugado se las
quedaran los compradores como bello recuerdo y las fallas con más ingresos.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
miércoles, 21 de diciembre de 2016
martes, 20 de diciembre de 2016
ADIÓS A LA BAJADA DE SAN FRANCISCO.
En noviembre de 1928 el alcalde Marques de Sotelo se había
ido a Madrid con una Letra de Cambio en su cartera de viaje para el Banco de Crédito Local por un importe
de 270.000 pts. correspondientes al anticipo de un millón para el pago de las expropiaciones
en la Bajada de San Francisco. El proyecto de transformación y ampliación de la
plaza Emilio Castelar se ponía en marcha. Y la muy popular y comercial calle, también denominada "Devallada de San Francesc", tenía firmada su "acta de defunción".
Fue así como el 20 de diciembre de aquel año, a las once de
la mañana, tal y como vemos en la foto, se iniciaron las obras, siendo elegida la casa número 14 de la plaza
Castelar, esquina a la calle la Sangre, como la primera “víctima” donde actuó
la recurrida en estos casos “piqueta demoledora”, en un edificio que ya era
propiedad municipal.
Aquel comienzo tuvo la presencia del Alcalde quien anunció para su derribo la rápida
continuación en la misma acera hasta la plaza Cajeros, cuyas expropiaciones ya
estaban acordadas, teniendo previsto firmar las escrituras antes de finalizar
el año. Tramo, de los números pares, en el que se iban a completar los derribos hacia el mes de octubre de 1929.
Desaparecerían así en esa acera entre los más importantes establecimientos: la Sombrería Savall, junto a la que hacía competencia la de Farinós, el Bar Torino, Calzados la Montañesa, Fotografía Casa Cuesta, el callista Bamdemberg, Ferretería Pastor, Peluquería Sales, Relojería Giménez, Oro Pellicer, Postre Martí, Farmacia Besalduch, La Esmeralda y Restaurant San Francisco, mientras que en la acera de enfrente, esperaban el mismo "trayecto".
Pepe Morata, maestro de obras, muy popular en la ciudad, fue el encargado de llevar a cabo aquel inicio, quien un mes después, en enero, y cuando aún no había terminada su cometido, hizo lo mismo con el próximo de Casa Barrachina, dejando el primer claro en la zona.
En el Ayuntamiento y para conocimiento del público, se mostró la futura perspectiva de la plaza una vez derribada la Bajada de San Francisco.
Desaparecerían así en esa acera entre los más importantes establecimientos: la Sombrería Savall, junto a la que hacía competencia la de Farinós, el Bar Torino, Calzados la Montañesa, Fotografía Casa Cuesta, el callista Bamdemberg, Ferretería Pastor, Peluquería Sales, Relojería Giménez, Oro Pellicer, Postre Martí, Farmacia Besalduch, La Esmeralda y Restaurant San Francisco, mientras que en la acera de enfrente, esperaban el mismo "trayecto".
Pepe Morata, maestro de obras, muy popular en la ciudad, fue el encargado de llevar a cabo aquel inicio, quien un mes después, en enero, y cuando aún no había terminada su cometido, hizo lo mismo con el próximo de Casa Barrachina, dejando el primer claro en la zona.
En el Ayuntamiento y para conocimiento del público, se mostró la futura perspectiva de la plaza una vez derribada la Bajada de San Francisco.
lunes, 19 de diciembre de 2016
domingo, 18 de diciembre de 2016
UNA LÁPIDA A PERE BALAGUER
Fotos del Archivo Municipal
Para 1931 el Ayuntamiento había acordado homenajear a Pere
Balaguer, el “mestre molt sabut en l’art
de la pedra” sobre quién había caído la responsabilidad de construir a finales
del siglo XIV las Torres de Serranos.
El año anterior se había convocado un concurso de proyectos
concediéndose el primer premio al joven escultor Bolinches, quien trabajando el
mármol logró una lápida que iba a ser colocada en las torres en su parte
exterior. Para su inauguración se alzó una tribuna el domingo 17 de mayo para
un acto que resultó muy concurrido.
Con el alcalde don Agustín Trigo a la cabeza asistió la
corporación en pleno con el arquitecto Sr. Goerlich. Y allí acudió el Comandante General señor Riquelme, junto
a otras autoridades. El Ateneo Mercantil, el Museo de Bellas Artes, lo Rat
Penat y orfeones valencianos, tuvieron sus representación. Tras leer el
secretario municipal los acuerdos del homenaje, el Alcalde descubrió la lápida
entre vivas y a los acordes del Himno Regional.
Acto seguido el Sr. Trigo
enalteció la figura de Pere Balaguer, notable “pedrapiquer”, hijo de Moncada, narrando la anécdota que
además de recibir lo acordado por su trabajo, fue obsequiado con
un corte de vestido de seda valenciana para su esposa.
Dio por terminado el acto con vivas a Valencia y a la
República Española finalizando con la actuación de la Banda Municipal que
ofreció “L’entrá de la murta”, la Marsellesa y el Himno de Riego, que fueron muy
ovacionados.
Llamó la atención al cronista del diario El Pueblo la
presencia “aunque parezca mentira, del ex alcalde de la dictadura Sr. Oliag,
que fue quien ordenó arrancar la lápida de Blasco Ibáñez de la plaza de este
nombre”.
sábado, 17 de diciembre de 2016
viernes, 16 de diciembre de 2016
MIS RECUERDOS DE BENIMAR - I
1954 - El primer verano, 1948, había un edificio, que había sido hecho en 1941 para la Guardia Civil. La verdad es que no tengo ni idea de lo que se hizo para que fuera posible Benimar, tal como yo lo conocí, pero así fue, y creo que la Guardia Civil siguió utilizando solo una pequeña parte del piso superior.
En la planta baja había un bar, un pequeño restaurante, una
terraza y los vestuarios.
En el primer piso, había a la izquierda una bonita y grande
terraza, a la que se subía por una escalera exterior que es la que se ve en las
fotografías de la fachada. Al lado un salón muy grande que se dedicaba a muchos usos.
Podía haber exposiciones de fotografías, de pintura o dibujos, a veces hechos
por los niños de allí, algunas veces charlas, y cuando no había nada, era
simplemente el lugar donde podíamos estar hablando, cantando, o jugando a lo
que quisiéramos.
Desde el principio ya había una piscina para niños muy
bonita, aunque poco profunda, era muy grande. Al lado un pequeño parque, con
columpios, barquitas y toboganes infantiles.
También había una pista para patinar, un campo de
baloncesto, un frontón, cuatro mesas de ping pong y mucho espacio libre para
jugar a lo que se quisiera.
Un tiempo después, no recuerdo cuando porque nunca me
interesó, se hizo, al lado, a la izquierda, un campo de fútbol, que funcionó
durante muchos años como equipo de fútbol Benimar.
En el edificio central, a la entrada, a la derecha había un
despacho, para el Director, que era el sacerdote Don Baltasar Argalla, y Don
Jesús, que era seglar, y era el que se encargaba de casi todo.
A ese despacho se podía acudir para cualquier cosa que se
quisiera pedir, preguntar o comentar, y había un micrófono y un altavoz fuera,
por el que se daban toda clase de mensajes, como las actividades que había para
ese día, concursos de hacer dibujos o castillos en la arena, partidos, teatro,
cine, o también con mucha frecuencia, cuando alguien había perdido o encontrado
algo en la playa.
Podía ser una pelota, una cartera, una toalla o cualquier
objeto, pero también bastantes veces "la cosa" era un niño, que se
había perdido y alguien lo llevaba allí para que lo comunicaran por el altavoz.
Otras veces al revés, unos padres angustiados que no encontraban a su hijo, y
pronto D. Jesús, muy contento, daba la feliz noticia de que el niño ya estaba
con su familia.
Texto de Amparo Lleó Morilla
jueves, 15 de diciembre de 2016
miércoles, 14 de diciembre de 2016
ALAMEDITAS DE SERRANOS
Archivo Municipal
Años 30 - El puente de San José fue ensanchado en 1906 retirando entonces las estatuas de Santo Tomas de Villanueva y de San Luis Beltrán, ambas de Ponzanelli, que serían instaladas finalmente en el puente de la Trinidad en los años cuarenta.
Con la ampliación, el
puente no sólo perdía los dos santos,
sino también sus barandas de piedra que fueron sustituidas por otras de
hierro, estando estas en uso hasta el inicio de los años 50 cuando volvieron a
ser de piedra, lo que hizo posible la ubicación de una estatua, que como no
podía ser otra, se encomendó al artista Octavio Vicent la
realización de un monumento en homenaje a San José inaugurado en 1951.
En la foto de los años 30 vemos en primer lugar una de las "alameditas de Serranos" en primer término, construidas en 1830, que serían
sometidas a remodelación en 1938, con la Casa Socorro al fondo y el puente de
San José, que con sus barandillas de hierro hacía posible una mejor
visibilidad de la zona en su conexión hacia Tendetes.
El Convento de San José queda a la izquierda, donde se
observa el paso lento de un grupo a caballo que bien pudiera ser de la policía
municipal.
martes, 13 de diciembre de 2016
lunes, 12 de diciembre de 2016
CALLE BOLSERIA, EPICENTRO DE LA GUITARRA ESPAÑOLA
1933 - Cuando en este año los huelguistas detuvieron y volcaron este
tranvía, bloqueando la entrada de la calle de Bolsería, todos los fabricantes
de guitarras vivían ya en otros lugares de Valencia.
Cien años antes, esta calle albergaba a muchos luthiers valencianos
importantes. Por lo tanto, esta calle puede considerarse como el centro de
producción (el epicentro) de la guitarra española (o de la “guitarra
valenciana”, como a menudo se la denominaba entonces). Estos luthiers formaron
la base de una industria de la guitarra para el mercado mundial. Las
exportaciones a Hispanoamérica y las Filipinas formaban parte de su negocio en
el día a día. Algunos nombres famosos en esta calle eran Sentchordi, Pau, Reig
y Adam.
En su entrada sur cerca del Mercado Central, la calle está guardada por
la iglesia de los Santos Juanes. Durante siglos, esta iglesia parroquial fue el
centro de la industria maderera de Valencia.
Por tanto, la calle Bolsería es un ejemplo típico de una antigua área
dedicada al trabajo en madera. El gremio de los madereros tenía su propia
capilla dedicada a San Lucas y San José. En 1482 el gremio de los madereros
declaró de una vez por todas que los fabricantes de instrumentos y los aserraderos
pertenecían a su gremio. Esto quiere decir que la industria musical existía en
Valencia desde muy antiguamente. Se tiene noticia de Ponc Morell, de Valencia,
que es el fabricante de instrumentos más antiguo conocido (1353).
Los gremios eran capaces de controlar prácticamente todo lo relacionado
con su negocio: desde la compra de materiales hasta la definición de
habilidades y estándares, los salarios, los precios de venta, el número de
tiendas, los convenios entre empresas, el cuidado de las garantías sociales o
la ejecución de las sanciones en caso de la violación de acuerdos.
Nota: durante siglos, el gremio
tuvo un almacén de madera junto a un aserradero en Valencia. Este almacén
suplía de todas las partes de madera necesarias a las diferentes tiendas
madereras y de instrumentos.
En Bolsería 18-24, Agustín
Laborda imprimió un método de guitarra en 1758. Decidió hacerlo en dos idiomas:
castellano y valenciano. Su imprenta también incluía una librería.
Aparte de los fabricantes de
instrumentos y las librerías, la calle Bolsería albergaba muchas tiendas de
ropa, telas y lana. Los suministros de alimentos se vendían en el Mercado que
estaba a la entrada de la calle, junto a la iglesia de los Santos Juanes.
Durante el siglo XIX cada vez más
luthiers decidieron trabajar de forma independiente, lejos de la influencia del
gremio, y consiguieron crear su propio ambiente de negocio. Hacia 1910 casi
todos los talleres de la calle Bolsería habían desaparecido. Los luthiers más
importantes decidieron llevar su producción a los nuevos barrios valencianos en
áreas industriales.
La actividad el gremio se vio
limitada a definir las habilidades y servir como plataforma para los miembros.
La calle Bolsería se convirtió en una calle colorida, agradable y popular.
Texto de Ton
Bogaard
Traducción: Lucía Vergara Herrero
Traducción: Lucía Vergara Herrero
domingo, 11 de diciembre de 2016
sábado, 10 de diciembre de 2016
TORRES DE QUART. LAS OTRAS CICATRICES
Cuando el 25 de Abril de 1946 se aprobó el informe, por
parte de la autoridad militar, de que las Torres de Cuarte tenían que cesar
como cárcel de los presos militares que allí se albergaban, la suerte estaba
echada; su misión como cárcel tocaba a su fín.
Así, el 1 de Junio de ese mismo año de 1946, con la firma
del Gobernador Militar, General Carlos Ruiz del Valle, y subsiguientes pasos en
la cadena de mando, al Capitán General, y al Ministro del Ejército, finalizaba
éste monumento, su triste pasado, uno de los iconos de la Ciudad de Valencia.
Fueron entregadas y
recibidas las torres por parte del Ayuntamiento de la Ciudad, y se
vieron las otras huellas de un pasado; no las de las guerras, con las marcas de
los tiros y cañonazos, sino sus interiores.
Esas huellas que en sus entrañas se
hicieron para acondicionarlas como cárcel, y que hoy en día no se pueden ver,
porque su rehabilitación borró, como no podía ser de otra manera.
Pero ahí están éstas fotografías, como testimonio de ello, y
desearía, que el lector de éste artículo, se sumergiera, en la dimensión de
otro tiempo, y viera, lo que vieron otras gentes.
Orificios donde se apoyaban
vigas para crear espacios entre sus grandes huecos, escaleras y estancias; pero
vale más unas fotografías, que mil palabras.
Como anécdota comentaré, que el patio de distracción o esparcimiento de los presos, fueron sus terrazas, y cuando se asomaban por sus antepechos, todavía sin almenas, se les podía ver desde la calle o desde las fincas inmediatas.
Hoy las vemos rehabilitadas, y lucen en todo su esplendor, tal como fueron construidas y terminadas, a mediados del Siglo XV.
Hoy las vemos rehabilitadas, y lucen en todo su esplendor, tal como fueron construidas y terminadas, a mediados del Siglo XV.
Texto Germán Gómez.
Fotos Archivo Municipal
viernes, 9 de diciembre de 2016
jueves, 8 de diciembre de 2016
LA PLAZA DEL MERCADO EN LOS AÑOS SESENTA
Para captar fondos la Asociación Valenciana de Información y
Ayuda al Toxicómano (A.V.I.A.T) vendió en 1981 participaciones de 100 pesetas
para “obsequiar” con un automóvil Seat Panda 35 a quien resultara elegido ante
notario el día 31 de agosto de ese año.
La participación y las características de la rifa estaban en
el dorso de una tarjeta postal con una fotografía de la plaza del Mercado
tomada desde el final de la calle María Cristina en los primeros años sesenta
del siglo veinte. Destaca por lo variada, al haber muchos vehículos y ninguno
duplicado excepto el tranvía, un 200 con remolque de igual tipo de carrocería,
una rareza en la línea del siete. Remolque con publicidad de la entonces muy
conocida lejía Los Tres Ramos, que “protegía la ropa”.
En la parte central de la imagen además del mencionado
tranvía hay un coche de caballos con recién casados, en el camino de serlo o
van a recogerlos; en la parte derecha está estacionada una furgoneta DKW, y
delante de la Llotjeta, en batería, una furgoneta Citroën, un Renault modelo
Daufine o Gordini y un Seat 600.
Finalmente por la calle Palafox, actualmente peatonal, pasa
un Renault 4 al lado de dos “bomboneras” para recogida de residuos callejeros,
y en la acera está de pie un barrendero y sus herramientas, capazo y escobilla,
sobre el pavimento.
En cuanto a peatones, destaca la diferencia del atuendo
entre los que están en vanguardia en la toma fotográfica y quienes conversan en
la acera de la citada Llotjeta, principalmente una anciana con vestido negro y pañuelo
del mismo color cubriéndole la cabeza.
La foto utilizada para esta participación fue realizada por Estudios Sanchis en 1960.
Texto: Esteban Gonzalo Rogel
miércoles, 7 de diciembre de 2016
martes, 6 de diciembre de 2016
EL JARDÍN DEL CARMEN
Montaje de Pep Valencia
1955 Ca. - Valencia ciudad de huertos, fuera y dentro de las murallas, en especial por “la morería”, donde tanto el conocido como del “tirador” como el de “ensendra” fijaban el contrapunto al resto de la urbe, donde pese a su gran concentración urbana, ausente de claros, era habitual la existencia de pequeños huertos en las casas más notables en su parte posterior.
El río, y de él su acequia Rovella en su penetración por la ciudad, no sólo daba vida a los industriales “blanquers”, sino que nutría a los huertos, por lo que no puede extrañarnos que tras el crecimiento urbano con la desaparición de los de mayor superficie, se mantuviera en el tiempo la antigua costumbre del pequeño vergel reconvertido en coqueto jardín que duró hasta la década de los sesenta, cuando se rindió a la presión inmobiliaria.
Zona la que nos ocupa de campos que a finales del XIX, Francisco Lluch Marí, compró un trozo de su huerta para la instalación de una fábrica de curtidos y su vivienda.
Esta hermosa casa que fuera el “Jardín del Carmen” se encontraba en el lugar que hoy ocupan las fincas números 6, 8 y 10 de la avenida de San José de la Montaña; se derribó en el año 1962. La casa estaba separada de la calle con una pieza cerámica en tono azul cobalto, que permitían apreciar desde la calle la casa con su nombre “Jardín del Carmen” y su jardín.
Esta hermosa casa que fuera el “Jardín del Carmen” se encontraba en el lugar que hoy ocupan las fincas números 6, 8 y 10 de la avenida de San José de la Montaña; se derribó en el año 1962. La casa estaba separada de la calle con una pieza cerámica en tono azul cobalto, que permitían apreciar desde la calle la casa con su nombre “Jardín del Carmen” y su jardín.
Hay que destacar los hermosos azulejos que había en las jardineras, banco y fuente, y los grandísimos árboles de pimienta, así como el rosal de la enredadera, que tenía más flores rojas que hojas.
Muchas personas recordarán la tienda de flores y los hermosos ramos y coronas que allí se hacían.
Con mi agradecimiento a Miguel Safón por su aportación de datos.
lunes, 5 de diciembre de 2016
domingo, 4 de diciembre de 2016
SERVICIO DE LIMPIEZA
Archivo Municipal
La antigua nave de Devís-Noguera en Marchalenes que fue construida cuando finalizaba el siglo XIX, debido al éxito de la empresa metalúrgica especializada en la calderería gruesa y por ello necesitada de unas instalaciones más amplias, por su traslado, pasó a propiedad municipal el 14 de mayo de 1925, siendo utilizado desde entonces como almacén municipal, especialmente como centro logístico para el servicio de limpieza de la ciudad.
De esta nave salían todos los días empleados uniformados con su carro en mano hacia su zona de trabajo. Resultaba entrañable ver en columna, uno tras otros, atravesar el puente de San José cuando esta era la ruta que más les acercaba a su destino.
Se completaba en su servidumbre con el uso de unos carros tirados por caballos que vemos en la foto como "Servicio de Recogida Domiciliario" y el de riegos, ya motorizado.
La vieja nave industrial prestó esta función hasta el inicio de la pasada década de los noventa, cuando fue cedida a la Federación Empresarial Valenciana de Empresas Constructoras como escuela taller al servicio de sus asociados.
De esta nave salían todos los días empleados uniformados con su carro en mano hacia su zona de trabajo. Resultaba entrañable ver en columna, uno tras otros, atravesar el puente de San José cuando esta era la ruta que más les acercaba a su destino.
Archivo Municipal
Se completaba en su servidumbre con el uso de unos carros tirados por caballos que vemos en la foto como "Servicio de Recogida Domiciliario" y el de riegos, ya motorizado.
La vieja nave industrial prestó esta función hasta el inicio de la pasada década de los noventa, cuando fue cedida a la Federación Empresarial Valenciana de Empresas Constructoras como escuela taller al servicio de sus asociados.
sábado, 3 de diciembre de 2016
viernes, 2 de diciembre de 2016
ADHESIÓN REPUBLICANA Y UNA PLACA EN LA CALLE LA BARRACA
Archivo Municipal
1932 - La colocación de una lápida en la calle de la Barraca que se llevó a efecto el domingo 15 de mayo de aquel año, coincidió con una manifestación de adhesión republicana y blasquista en el Marítimo que reunió a un gran número de seguidores entusiasmados por los que acudían de otros rincones de la provincia en una jornada también en homenaje a la figura de Sigfrido Blasco, en la que el Partido de Unión Republicana se vio muy reforzado.
A las doce de la mañana cerca de cincuenta banderas de las
asociaciones provinciales adscritas al Consejo Federal de Unión Republicana
Autonomista, partían de la Fraternidad Republicana del Puerto hacia el punto de
encuentro, recorriendo la calle Libertad, el Paseo de Colón, para llegar a la
que desde aquel momento sería conocida como de la Barraca, con la inauguración
de una lápida con su nombre, donde se juntaron con la representación municipal
que había llegado en comitiva bajo mazas.
Tras leer el acta correspondiente el Secretario Municipal
Sr. Larrea, el Teniente Alcalde don
Vicente Lambies hizo correr la cortina mientras que la Banda Municipal
interpretaba el Himno Nacional entre aplausos y vítores a Blasco Ibáñez de la
multitud, que se hacía extensivos a su
hijo allí presente Sigfrido Blasco, como Presidente del Consejo Federal, en un
acto homenaje al que asistieron concejales del Ayuntamiento, representantes de la
Diputación con su Presidente don Juan Calot, diputados a Cortes, Comité Político y Junta Municipal del partido y el
cronista de la ciudad Sr. Cebrián
Mezquita.
Todos los presentes se trasladaron finalmente hacia "la barraca",
cuyos restos gloriosos aún se mantenían en la misma calle, como recuerdo del lugar donde había hablado
por última vez Blasco Ibáñez, donde se había instalado un tarima sobre la que
diversos oradores con sus palabras contribuyeron a ensalzar el acto. Se escucharon también la palabras del ex ministro
Martínez Barrios, finalizando con una vibrante locución de Sigfrido Blasco, en
la que la mención a la barraca y su significado estuvo en su oratoria, al igual
que los valores republicanos y la denuncia de los enemigos del partido que al
mismo tiempo lo eran de la República, tal y como denunciaba.
El restaurante Las Arenas les estaba esperando para una banquete con cuatrocientos comensales en el que se repitieron discursos y grandes muestras de adhesión, tal y como se habían repetido en una jornada de la que el diario El Pueblo, que dirigía el mismo Sigfrido Blasco, dio cumplida información.
El restaurante Las Arenas les estaba esperando para una banquete con cuatrocientos comensales en el que se repitieron discursos y grandes muestras de adhesión, tal y como se habían repetido en una jornada de la que el diario El Pueblo, que dirigía el mismo Sigfrido Blasco, dio cumplida información.
jueves, 1 de diciembre de 2016
miércoles, 30 de noviembre de 2016
UN VALENCIANO EN VILLAVICIOSA
1943 - No me refiero a una persona sino a un tranvía que fotografiaron
en 1943 para que vieran en la empresa Valle, Ballina y Fernández, S.A. de
Villaviciosa (Asturias) cómo había quedado el anuncio de su sidra champagne en
los laterales de los modernos tranvías de Valencia. La fotografía está en un
lugar de honor del museo que esa empresa tiene en un edificio histórico de su
factoría asturiana.
El tranvía fotografiado a su paso por una calle de Valencia
es uno de los 17 puestos en circulación en 1933 por la CTFV (Compañía de
Tranvías y Ferrocarriles de Valencia) para modernizar los servicios entre el
centro de la ciudad y sus barrios marítimos.
Primeros valencianos sobre bogies o carretones, fueron
carrozados por Material Móvil y Construcciones de Zaragoza, continuadora de la
antigua Carde y Escoriaza, con equipos motrices comprados a la General Electric
de Estados Unidos.
Hasta 1945 bidireccionales, sin puertas y con dos troles por
ausencia de bucles en extremos de las líneas.
Texto de Esteban Gonzalo Rogel
Foto tomada el 1 de abril de 2016 en Villaviciosa (Asturias)
martes, 29 de noviembre de 2016
lunes, 28 de noviembre de 2016
LA NOCHE QUE ARDIÓ EL MIGUELETE.
Años 60 - Cuando el 28 de Noviembre de 1657, en el vetusto Alcázar de
Madrid, nació el décimo hijo de Felipe
IV, tercero de su segundo matrimonio con Mariana de Austria, poniéndole por
nombre Felipe Próspero, y nombrado seguidamente Príncipe de Asturias, nadie
pudo presagiar, un suceso poco conocido, que conmovió a Valencia.
Gran regocijo hubo en el alcázar madrileño, por éste
nacimiento, pues por fin, había un heredero en la familia austríaca, el posible
Felipe V Habsburgo.
Corrió la magna noticia por todo el reino, se dispusieron
fiestas, y en Valencia ente otros festejos populares, se dispararían fuegos
artificiales.
Los Jurados de la Ciudad los autorizaron, y los encargados
de montarlos, lo hicieron en lo alto del Miguelete, para que de todas tierras
próximas pudieran disfrutarlos.
En los primeros días de Diciembre, se llevaron a efecto los
festejos, fiestas en las calles, y al anochecer los fuegos artificiales desde
lo alto del Campanario de la Seo.
Empezaron los fuegos de artificio, las gentes asombradas
mirando hacia lo alto, sólo luz y fuego veían; la luz del artificio y el fuego
que prendió a la gran espadaña, todavía de madera, viniéndose abajo la campana
de las horas, quedando hecho un tizón todos sus grandes y gruesos maderos. Las
gentes aplaudían ante tal demostración pirotécnica, ignorando que lo que se
quemaba era el Miguelete.
Para reparar los daños ocasionados, por las autoridades, se
decidió en 1660, levantar una nueva espadaña, pero de piedra.
Consta que en 1671, la nueva espadaña aún no estaba
terminada, dando por concluidas las obras años mas tarde. Las piedras fueron
traídas de las canteras de Godella y Burjasot.
Un suceso, tal vez menor, pero que forma parte de la historia de nuestra
Catedral.
Texto Germán Gómez
domingo, 27 de noviembre de 2016
sábado, 26 de noviembre de 2016
SI LOS PIES DEJARAN HUELLAS. ESCOLAPIOS ILUSTRES.
1920 - No me refiero a huellas de barro o similares; más bien a huellas atemporales, de personas que pisaron las mismas baldosas que ahora mismo estoy pisando, pero no distanciadas en el tiempo.
Hace algunos meses, escribí un artículo, sobre el viejo caserón, ¡si ese!, el de la calle Carniceros ¡si ese!
El Colegio de las Escuelas Pias; pensé, qué pasaría si entrara en él, por su zaguán, y al llegar a la verja de hierro, me paro, me vuelvo, y me traslado en el tiempo, pero un tiempo resumido en un momento, donde lo que menos importa son los años, sino los personajes, todos de la misma edad, todos a clase, con sus cartapacios, carteras o mochilas,… qué vería…? ¿Estoy soñando?...
Vería entrar por la misma puerta a Don Vicente Blasco Ibáñez, éste el primero, porque allí al lado vivía, y que todavía no pensaba en sus novelas; al Cardenal Benlloch, también vecino cercano del viejo caserón, se hacía paso entre las gentes, diciendo “lloc, lloc a Benlloch”; al mismo Benlliure; al ceramista D. Manuel González Martí, al que todavía lo ví, ya mayor, por aquí; al marino Ciscar, si, si, el de la calle Gabriel Ciscar y Císcar, que luchó contra el francés; al Pintor Domingo, que luce calle en el barrio; al mimo obispo Amigó (don Luis) tantas veces nombrado en tiempos de fallas; a José Luis Villar Palasí el que fuera ministro; a Joaquín Manuel Fos, alcalde del barrio de Velluters, y sedero; al político Amalio Gimeno, muchas veces leído en fotografías antiguas; a José Bodria y Roig, poeta, narrador y cofundador de Lo Rat Penat; a Don Vicente Mortes Alfonso de Paterna él, y Ministro de la Vivienda; Don Félix Pizcueta médico y político; a Constantí Llombart de la Renaixança; otros como Don. José Amérigo que dieron clases en al Colegio.
Haría una lista mucho más larga, pero las limitaciones del blog lo impiden.
Cuando muchos años después, entré por esa misma puerta, que mis antecesores entraron, miré al suelo, y no vi huellas de sus pies, parecía que solamente era yo, el que había entrado por primera vez, y me di cuenta, que los pies no dejan huellas, o ¿si?...
Texto de Germán Gómez
Fotos de Amparo Cerverón Lleó.
Fotos de Amparo Cerverón Lleó.
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