Archivo de Rafael Solaz
La Papelería Maiquez era un lugar de orden. Bastaba con verla. Situada en un céntrico lugar que unía la calle Colón con la bancaria y comercial de las Barcas, el establecimiento daba cumplido servicio a las exigencias de la zona. Corría el año 1935 y desde la calle Juan de Austria era habitual ver al personal subalterno de bancos, despachos y empresas de servicios, cruzar su puerta y ante el mostrador de cristal (que exhibía toda clase de artículos de oficinas) sacar su lista de encargos.
Cuadernillos de papel barba, en blanco y a cuadricula, hojas de Mayor, de Diario y de Balances; tinteros, plumillas y papel secante; tinta china y goma de borrar; papeleras, cinta de máquina, lápices y chinchetas. Libretas engomadas, sobres y papel carbón. Pisapapeles y abrecartas.
Toda una extensa gama de artículos de oficina, de los que el archivador ocupaba un lugar preferente en unas estanterías tan repletas como ordenadas, dispuestos para albergar vidas y haciendas de cualquier actividad mercantil.
Papelería Maiquez, en perfecto estado de revista.
Papelería Maiquez, en perfecto estado de revista.
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