martes, 16 de diciembre de 2014

EL MAESTRO AGUILAR, EL HUNDIMIENTO DE UN COLEGIO



Fuente José Miguel Giménez

1863 - Por las ordenanzas higienistas de la época se habían trasladado al Cementerio General los restos existentes en el camposanto de San Valero, que fue inutilizado. En ese lugar de Ruzafa se construyeron unas escuelas, en las que iba a impartir sus clases el maestro de niños Francisco Javier Aguilar.

Fueron inauguradas en enero de 1863 y desde el primer momento, el Maestro Aguilar se apercibió de fallos en la estructura de la escuela, hasta el punto que denunció la situación al Ayuntamiento sin que hubiera respuesta alguna a sus quejas, iniciadas un mes después de haber comenzado su actividad, a las que se sumaron otras según las anomalías que el docente iba descubriendo en el edificio.

A primera hora de aquel fatídico día del 2 de Junio, cinco meses después, la escuela se vino abajo, causando la muerte de diez niños menores de diez años, al igual que la del maestro, quien por su acción de salvar vidas al entrar en el colegio cuando ya se anunciaba su desplome, su cuerpo se sumó a las infantiles víctimas.

Habían sido muchas las quejas presentadas ante el Consistorio por el maestro Aguilar durante aquellos meses de preocupación, temeroso de un fatal desenlace, sin ser atendidas por parte del Ayuntamiento. La sentencia condenó al constructor, quien se presentaba como “maestro de obras", cuando en realidad era un simple albañil. Finalmente fue encarcelado en las Torres de Serranos.

De aquel trágico desenlace, sólo queda el recuerdo del nombre de una calle en homenaje al maestro Francisco Javier Aguilar, un hombre bueno a quien acudía mucha gente de Ruzafa en busca de ayuda, en unos años en los que el no saber leer ni escribir era muy frecuente entre los vecinos. Sobre el solar fue construido el Grupo Escolar Balmes situado en la calle del Maestro, que había entrado en funcionamiento en 1915.

Dos vidas, las de dos maestros de Ruzafa (el otro, el maestro Cayetano Ripoll) con muchos puntos en común:

Dos vidas en un mismo siglo convulso, por la misma profesión, en el mismo pueblo, con leal entrega hacia su trabajo y con dos trágicos finales que se hubiesen evitado renunciando a sus responsabilidades; pero con una diferencia:

La de sus vecinos, quienes mientras a éste le adoraban, al otro denunciaron; lo que nos invita a una reflexión.

5 comentarios:

  1. Es muy de agradecer que nos traigas el recuerdo de estas personas de excepción, y que el tiempo ha borrado de las mentes. Gracias.

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  2. Este suceso me recuerda a este otro acontecido en la Alpujarra almeriense: http://es.slideshare.net/joterol1/el-expediente-de-la-viga

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  3. Muy interesante comentario, buen día Julio, para ti y para todos. Gregorio

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  4. Impresionante la historia. A pesar de que soy de Valencia, no lo había oído nunca.

    Heroico el Maestro, dando incluso su vida por los niños. Esa es la auténtica vocación de un buen maestro, aunque muchos no son reconocidos.

    Gracias Julio por publicarlo

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  5. Amigos, sois muy amables, gracoas a vosotros.

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