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lunes, 14 de abril de 2014

EL SOGEA

SOGEA

Cuando en 1935 la Sociedad General de Autobuses absorbe a la Levantina de Autobuses S.L., encarga a la casa Mercedes cinco autobuses para el servicio de viajeros en Valencia, esto se produce en plena Guerra Civil, por lo que son matriculados en 1938. Los autobuses sufren los avatares de la guerra, incluso uno es acondicionado como Hospital móvil.
Sogea ambulancia

Los “sogeas” tomaron su nombre de su genérico, de manera que decir Sogea, era ir a la playa de Las Arenas. A finales de los cuarenta, estos autobuses, estaban en muy mal estado. Sumerjámonos en los “sogeas” de la playa de Las Arenas, por unos instantes y viajemos en uno de ellos plácidamente a la playa…

“Aquella calurosa mañana de julio, todos las miembros que conformaban la familia habían salido de casa, cargados con todos los enseres necesarios, para pasar un delicioso día en la playa de La Arenas. Habían cambiado su habitual forma de transporte, que era el tranvía, por el autobús, es decir por el Sogea. Su parada, en la calle Játiva, delante mismo de la valla de la estación del Norte, esa valla de trencadís y forja que todavía se conserva. Su salida era a las doce menos cuarto. Los más pequeños se acomodan, como no, en los asientos junto al conductor; el vetusto motor, sin parar un momento en su funcionamiento, emana calor, olores y humos. Arranca con pesado movimiento, por delante de la valla de la estación, gira pesadamente por la calle Alicante, calle Segorbe y calle Castellón, dejando a su derecha el Cine Coliseum, Gran Vía de Germanías, y enfila la Avenida de José Antonio.
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Y ya en su final, por el puente del Ángel Custodio, Eduardo Boscá, dejando a su derecha la fábrica de Juguetes Geyper, y torciendo a su derecha a la avenida del Puerto.
El discurrir por la avenida de Puerto, cambia totalmente el entorno y paisaje. Pesados carros, arrastrados por somnolientas caballerías, transportan sobre las llantas de hierro, enormes barriles, pesados y largos troncos o montones de cajas de la más variada carga. La frondosa y verde masa forestal de la avenida, que un día nos la quitaron, daba a la avenida unos claroscuros de luz, que parecía más bien, una pintura del barroco.
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Empieza a notarse la fresca brisa del mar. El Sogea empieza a frenar, los largos palos del paso a nivel, descienden lentamente. La chiquillería del Sogea se alegra, van a ver pasar el tren. Unos minutos parados, y ya se oyen los rugidos de la locomotora. Alguien comenta que va a pasar el expreso de Barcelona, el también llamado “sevillano”, salió de la estación del Norte a las doce en punto. El suelo vibra cuando aparece le pesada locomotora, arrastrando un sinfín de coches de viajeros dejado en el ambiente un olor a carbón y vapor que pronto se disipa.
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Cruza el viejo Sogea con grandes tambaleos el paso a nivel, y ya se ven cerca las altas grúas del puerto. En este último tramo, hasta su destino, ya se huele la humedad y el salitre del mar. Una suave brisa entra por la ventanilla del viejo autobús, que refresca el ambiente, y que todos los pasajeros agradecen.
Al llegar al Puerto gira a su izquierda, y a la calle Gobernador Moreno, y Las Arenas, por su travesía, ya se vislumbra.
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Rinde el viaje este recordado Sogea, en la misma puerta de Las Arenas. Allí descienden los pasajeros, y cuando entrando se está en el recinto del complejo, se echa una mirada atrás, como diciendo, ¡gracias viejo autobús!

¡Gracias Sogea!

Texto de Germán Gómez.

3 comentarios:

  1. Precioso texto que ilustra más que bien las imágenes.

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  2. Gracias a los dos , a German y a ti Julio, por el texto y las fotos de algo tan importante en el devenir de una ciudad como es el transporte, me ha gustado mucho el post. Un abrazo y buen lunes a todos. Gregorio

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  3. Gregorio, Germán nos ha regalado un viaje a Las Arenas en el viejo Sogea.
    Un placer que le agradecemos todos.
    Un abrazo

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