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lunes, 28 de julio de 2008

domingo, 27 de julio de 2008

sábado, 19 de julio de 2008

EDITORIAL


 Sucedía en la Baja Edad Media, en los años en que los monarcas hispanos andaban a trompazo limpio cosa frecuente entre los reinos cristianos de entonces, ambiciosos como eran por ampliar sus dominios. No obstante, lo que más les unía era su afán de combatir al invasor moro, tal y como sucedió en Navas de Tolosa, allá por el año doce doce. Cuando no era el uno, lo era el otro, y siempre andaban a la greña utilizando todo tipo de estrategias sin despreciar la de los enlaces matrimoniales, a la que tantas veces recurrieron utilizando a sus hijos, aquellos de los cristianos reyes.

Pedro el Ceremonioso, el rey segundo de Valencia y cuarto de Aragón, amuralló la ciudad de Valencia para defenderse de Pedro de Castilla, al que unos llamaban el cruel y otros el justiciero. Y se lió la “guerra de los dos Pedros”, y que a su término, el monarca aragonés considerara a Valencia como dos veces leal. Ello, no fue óbice para que el Ceremonioso ayudara a Enrique, “el de las mercedes” -el bastardo que luchó contra su propio hermano el Rey deseoso por robarle la corona- en el destronamiento de su hermanastro, lo que posibilitó la entrada de los Trastámara en Castilla y años después también en Aragón, según se acordó en Caspe en ocasión de inteligente lance, y que pasó a la historia como el famoso Compromiso que lleva su nombre. Un Trastámara magnánimo, Alfonso, dio los mejores logros a la Corona de Aragón, gracias a la fuerza económica de Valencia y su Siglo de Oro, por lo que quedó enormemente agradecido a nuestra ciudad, cuyos presentes están patentes en el interior de nuestra Catedral.

De la Valencia amurallada y por una de sus puertas –no sabemos por cuál de ellas- el humanista Luis Vives huyó a Brujas, cuando pintaban bastos y las cosas no las tenía muy claras. También los moriscos tomaron las de Villadiego en contra de su voluntad, pero en este caso, sin la necesidad de franquear las murallas porque su lugar de trabajo estaba en la huerta, allende de ellas. Era el tiempo en que el italiano Antonio Manceli dibujó para la posteridad el plano de Valencia, como antes lo hiciera el flamenco Anton van der Wyngaerde, dibujo éste hecho por encargo de Felipe II, a quien llamaban el prudente.

Y que un siglo después también lo hiciera el “capellá de les ralletes”, Vicente Tosca, quien recorriendo todas las retículas de la ciudad desde la calle de Serranos donde sus ojos vieron la luz por vez primera, plasmó su plano enrocado en las murallas, las que sin duda le daban facilidad para su pertinaz tarea. Gracias a su trabajo, se rescataron a la posteridad sus calles estrechas, sus viejos conventos e iglesias, muchos de ellos desaparecidos. Plano que tanto nos iba a ayudar hoy en día para conocer mejor nuestra ciudad, la de aquellos años de entonces.

La murallas resistieron al francés invasor en su primera intentona, pero cuando años más tarde la industria de la seda entró en crisis, ahora diríamos desaceleración, a falta de subsidios de paro y prestaciones por desempleo, Cirilo Amorós, el munícipe, se decidió a pedir permiso a su reina Isabel II para derribar las murallas, las que ya asfixiaban a la ciudad. Y con ello, procurar los necesarios jornales para la mucha gente en paro que angustiada existía.

Valencia abierta entonces, necesitó de más puentes, pues sólo existían hasta entonces los que daban frente a sus puertas; y con ellos y a ellos gracias, fue creciendo la ciudad. El ferrocarril, el Ensanche, las nuevas grandes vías, su paseo Valencia al Mar: al que se quiere llegar aunque sea a paso lento, la América Caps y la Formula Uno. Todo un siglo y medio en el que el encanto del blanco y negro es vencido por la magia del color, la que con la máquina digital crea sus mejores encuadres.

Pero todo esto no tiene ningún valor si en nuestra prepotencia olvidamos lo que fuimos, tiempos del que sólo el blanco y negro da su mejor testimonio: el mayor de nuestros legados y del que debemos disfrutar.

“Valencia en blanco y negro” es una muralla abierta circunscrita en este Blog. Pero que se ofrece desprendida a quienes gusten de ello, al igual, que también abierta a cualquier colaboración, por lo que les quedara siempre agradecida. Nace cuando se cumplen dos años desde que empezara su andadura el bloc de jota cob”, celebrado ahora como cualquier festejo de un cumpleaños feliz y con la ilusión de que sean muchos en los que pueda seguir creciendo.